Dom 03.03.2002

CONTRATAPA

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› Por Juan Gelman

Se agrieta el frente interno del primer ministro israelí Ariel Sharon. Unos 800 jefes de la reserva de las Fuerzas de Defensa de Israel y ex miembros de los servicios de inteligencia del Shin Bet y el Mossad -agrupados en el Consejo por la Paz y la Seguridad que preside el mayor general Daniel Rothschild– lanzarán una campaña pública en pro de la retirada unilateral de las tropas israelíes de la Faja de Gaza y de la mayor parte de la Ribera Occidental, territorios ocupados por Israel desde 1967 que admiten islotes de autonomía palestina. La resolución del Consejo fue adoptada luego de cuatro meses de intensa discusión y comprende otras demandas: la instauración y el reconocimiento inmediatos del Estado palestino, conversaciones de paz ya con cese del fuego previo –como exige Sharon– o no, y el desmonte de un 15 por ciento de los asentamientos de colonos israelíes en esos territorios.
El mayor general Rothschild explicó al diario Ha’aretz el porqué de su apoyo a semejante decisión: el número en aumento de soldados que se niegan a servir en los territorios. “Hace cuatro meses –dijo– fue claro para mí que ese movimiento iba a crecer si seguimos convocando a los reservistas para que acompañen a los colonos a sus clases de música y protejan propiedades que nada tienen que ver con la ideología.” En la Faja de Gaza habitan 1.178.000 palestinos y 6900 colonos israelíes. Dos jeeps y un tanque suelen custodiar a todo colono que se traslade de un punto a otro y el general Rothschild piensa que esas fuerzas militares deben tener mejor destino.
El movimiento comenzó aun antes de que 300 reservistas –de teniente coronel para abajo– declararan públicamente que en adelante no servirán en los territorios ocupados. Después de tres años de servicio militar obligatorio, de los 18 a los 21 de edad, son llamados anualmente a filas por un período de seis semanas. La postura de los 300 –al 28 de febrero, porque la lista de firmantes se alarga día a día– es más terminante que la del Consejo. Dicen: “Nosotros, oficiales y soldados combatientes, que hemos servido al Estado de Israel durante largas semanas cada año pese al elevado costo para nuestra vida personal, hemos cumplido nuestro servicio en todos los territorios ocupados y hemos recibido órdenes y directivas que nada tienen que ver con la seguridad de nuestro país y que perseguían el único propósito de perpetuar nuestro control sobre el pueblo palestino”. Señalan que tales órdenes “destruyen todos los valores que hemos absorbido durante nuestra crianza en este país”. Agregan: “Comprendemos ahora que el precio de la ocupación es la pérdida del carácter humano de las Fuerzas de Defensa de Israel y la corrupción de la sociedad israelí entera”. Afirman que seguirán cumpliendo toda misión que entrañe la defensa de Israel, pero que “no continuaremos luchando más allá de las fronteras de 1967 con el objeto de dominar, expulsar, hambrear y humillar a todo un pueblo”. A su vez, el mayor general de la reserva Ami Ayalon, ex jefe del Shin Bet, sostuvo en una entrevista televisiva que el ejército israelí lleva a cabo acciones ilegales diariamente y que los soldados deben negarse a obedecer órdenes ilegales.
También ha reaparecido el aletargado movimiento pacifista israelí: unos 20.000 manifestantes exigieron en Tel Aviv la retirada de las tropas israelíes de Gaza y la Ribera Occidental. Cuando Ariel Sharon asumió su cargo hace un año, prometió paz y seguridad. Tal vez nadie haya creído lo primero, pero sin duda sí lo último y, sin embargo, hace 20 años que Israel no vive 12 meses tan violentos como los que viene padeciendo. Los bombardeos israelíes por aire, mar y tierra, las ejecuciones extrajudiciales de presuntos terroristas, el cerco y ocupación de poblados palestinos, no han detenido a un terrorismo suicida, más bien al revés, y no cesa el ciclo de sangre y muerte sobre todo de civiles de ambos pueblos. Una encuesta reciente muestra que el 48 por ciento de la sociedadisraelí estima que las políticas de Sharon han naufragado. Su popularidad descendió 16 puntos porcentuales desde diciembre.
La prensa estadounidense, que siempre apoya al Estado de Israel y a sus gobiernos –del color que fueren–, comienza a malhumorarse. Un editorial del Washington Post del 22 de febrero opina que “la estrategia del primer ministro israelí Ariel Sharon destinada a terminar con la violencia ha fracasado”. “Ante cada hecho de violencia palestina, el Sr. Sharon ha escalado las represalias de Israel invitando a repuestas más sangrientas todavía.” Observa que durante los períodos de calma del conflicto “el Sr. Sharon ha sido con frecuencia el primero en reanudar la lucha; durante tres semanas de diciembre y principios de enero, cuando los palestinos acataron un llamamiento del Sr. Arafat y cesaron casi todos sus ataques, las fuerzas israelíes mataron a una docena de palestinos. Lo más contraproducente es que el Sr. Sharon ha centrado los ataques israelíes no en los terroristas que llevan a cabo atentados suicidas, sino en la infraestructura y las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina, el gobierno mismo con el que la administración Bush e Israel cuentan para moderar a los militantes”. Las tácticas de Sharon –finaliza– “no traerán tranquilidad o paz, sino un empeoramiento de la guerra”.
Todos estos factores deben haber movido a Sharon a manifestar interés por un plan de paz saudita que, entre otras cosas, propone la retirada de Israel de los territorios palestinos ocupados. El tiempo dirá si tal interés es declamatorio o es real: Sharon es un hombre sistemático y se niega sistemáticamente a devolver esas tierras a sus legítimos dueños.

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