Desregulación, libremercado, individualismo a ultranza, son categorías que los argentinos –por poner el ejemplo que tenemos más a mano– conocemos bastante, y no precisamente por sus maravillosos resultados. Pero tal vez no sea tan conocido el objetivismo, la secta pseudocientífica de Ayn Rand, novelista norteamericana de los años 30 y autodenominada “filósofa”. Mezclando supuestos “racionalismos”, hipostasía del individualismo y loas al capitalismo acérrimo, más un poco de ciencia-ficción, cosechó un buen número de seguidores y fanáticos que hoy siguen desparramados y predicando su culto por Internet. En esta edición de Futuro, Pablo Capanna analiza la historia de este grupo fundamentalista pionero en una modalidad de pensamiento único que hoy impera, por las buenas o por las malas, en casi todas partes.
Por Alicia Rivera
El País
› Por Leonardo Moledo
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