Mar 22.12.2015

CONTRATAPA

Homo Fuerza

› Por Rodrigo Fresán

Desde Barcelona

UNO A veces, Rodríguez sueña un cielo que no es cielo sino espacio. Un cielo sin fondo y una noche sin días puntuada por tantas estrellas y tan expresionistas y abstractas que resulta imposible ordenarlas en el mito figurativo de constelaciones. Y de pronto, allí, la esférica música y “Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana...” y las letras amarillas que comienzan a ascender fugándose hacia un punto distante. Y lo que sigue no es la apretada pero infinita sinopsis de un infinito conflicto sito en el infinito y más allá sino su propia y terrena y breve historia. Y lo suyo ocupa tan poco espacio del espacio. Cuatro o cinco líneas de texto y después, de nuevo, el silencio de ese lugar donde nadie puede oírte gritar, pero no importa: se grita lo mismo. Y ese grito se escucha dentro de uno. Como si se comiese a sí mismo, masticándose. Un grito que suena a munch-munch-munch.

DOS Resumen de lo digerido: conflicto en la República, bloqueo a Naboo, Qui-Gon Jinn y Obi-Wan Kenobi enviados por el Senado a negociar con la Federación, rescatar a Amidala y vamos a Coruscant, aterrizaje en Tatooine, rubiecito Anakin Skywalker (odiarlo), profecía y gran maquillaje de Darth Maul, Yoda y Palpatine y los gungans y carrera y gran fiesta y diez años después Anakin está más grande y qué bien que se conserva la ahora senadora Amidala (y su ombligo) quien mira con cariño al agrandado Anakin, Conde Dooku (y Drácula y Saruman y lo que se le pusiera a tiro), planeta Komino y planeta Geonosis y de nuevo a Tatooine, Jango Fett (R.I.P. ante su hijo Boba), muertes familiares, Anakin se enoja y masacra, todos caen prisioneros pero aquí viene Yoda con un ejército de clones, boda secreta entre Anakin y Amidala, Dooku y los separatistas secuestran a Palpatine (a quien sólo alguien con muy pocas luces no descubriría como fachada del líder sith Darth Sidious) y Anakin va al rescate y decapita a Dooku, Amidala embarazada de gemelos, Anakin se pasa al lado oscuro, la República se convierte en Imperio por decreto senatorial y nos vamos todos a Mustafar donde Anakin muere al dar a luz a Luke y a Leia, veinte años después el Imperio se ha extendido pero la Alianza Rebelde resiste, Princesa Leia capturada, Darth Vader en la Estrella de la Muerte, dos robots insoportables, Obin-Wan Kenobi adiestra a Luke, otra masacre familiar, huida en el Halcón Milenario de Han Solo y el wookie Chewbacca, destrucción de Alderaan, rescate de Leia, unir fuerzas, al ataque y Estrella de la Muerte kaput, planeta Hoth y planeta Dagobah donde Luke termina su adiestramiento con Yoda, Boba Fett persigue a Han Solo hasta el planeta Bespin, Lando Carlissian ha pactado con Vader, Han Solo congelado mientras Leia declara su amor, duelo entre Luke y Darth Vader, “Soy tu padre” y le corta una mano a su hijo, Jabba The Hut esclaviza a Leia (su ombligo), monstruo de cráter, mueren Jabba y Boba y Yoda, vamos a Dagobah, desactivar escudos en Endor, nuevo ataque a la nueva Estrella de la Muerte, todos son capturados, ositos ewok, padre e hijo vuelven a discutir, el segundo le corta brazo al primero, Palpatine/Sidious le dice que lo remate, Luke se niega, Darth Vader lo salva y tira al Emperador por el hueco de la Estrella, Darth Vader agoniza redimido, funeral vikingo, fiesta en Endor, y resaca en el planeta Rodríguez.

TRES Y es verdad que a Rodríguez nunca le entusiasmó Star Wars, y nada tiene que ver con ese padre que en popular video de YouTube atormenta a su hijo, al que bautizó como Obi-Juan, con su pasión jedi (reírlo aquí: https://www.youtube.com/watch?v=PuvQxpnllo4). Pero, claro, Rodríguez compró sus entradas anticipadamente como arrastrado por un agujero negro de merchandising (el gran logro del mediocre director y guionista George Lucas: anticipar que en un futuro muy, muy próximo todo pasaría por todo lo comercializable más allá de la película) que incluye cubos de basura R2D2, vibradores/consoladores luminosos y láser, alta costura, los cada vez más caros modelos de Lego y ¿no transmite un mensaje un tanto raro eso de los stormtroopers en la sala de prensa de la Casa Blanca? Además, decide Rodríguez, no hay mejor programa posible para domingo de elecciones generales (Rivera y Sánchez hicieron lo mismo el sábado, jornada de reflexión): ir a ver Star Wars: The Force Awakens y pensar en que semejante bipolaridad primordial/maniquea (Fuerza versus Lado Oscuro, República o Imperio) le ayude a decidir luego de un largo tiempo de demasiados candidatos y debates y catalanismo/cataclismo y posibles pactos y supuesto fin del bipartidismo y cierre con duelo arrabalero entre los candidatos del PP y PSOE y Rajoy viendo las estrellas al ser golpeado en la calle. Después, salir de ahí, de tanto efecto especial, y pedirle a su hijito que, a cambio, por favor, lo lleve a él de la manito a votar por el futuro pero siempre pretérito presidente de un país muy, muy cercano pero –su falta de fe le resulta molesta– del que Rodríguez se siente cada vez más distante.

CUATRO Y, sí, Star Wars por todas partes. Propagandas de juguetes cada cinco minutos en el televisor y hasta Pablo “Podemos” Iglesias construyó buena parte de su campaña con alusiones a la nobleza de los caballeros jedi (él mismo y los suyos) y los peligro del Lado Oscuro (el PP y Ciudadanos) y quién sabe si cualquier día de estos no recibirá demanda por derechos de la Disney. En cualquier caso, pronto fue imitado por otros y Podemos se pasó a la música de Ghostbusters para abrir sus actos. Pero nada “comunica” mejor que el poco comunicativo Darth Vader aunque aquí nadie tenga la grandeza épica y operística del reconstruido y enlatado Anakin Skywalker. Unos y otros son para Rodríguez algo más cercano a una pandilla de ositos ewoks apolillados o de insoportables gungans del planeta Naboo (sí, la especie del infame Jar Jar Binks quien, a no olvidarlo, acaba de senador). Ganas de que se vayan y de que no reaparezcan. Pero no hay caso. Ahí están (con el espectro del revalorizado Adolfo Suárez como una suerte de Obi-Wan Kenobi útil tanto para Izquierda y Derecha) y ahí continuarán en el nombre de La Transición, o de La Segunda Transición. O de cómo vaya a llamarse lo que empieza/sigue por aquí, teniendo en claro que si algo es el espíritu de Star Wars, ese algo es siempre será más o menos bipartidista.

CINCO En lo que hace a la película, cumple y dignifica y guiña y, sí, astuto palimpsesto déjà-vu. Todo en su sitio. Y J. J. Abrams lo tuvo bien claro: nada hay más atractivo que la oscuridad y lo que más vende es Darth Vader como excelente ícono maligno. No hay Mal que por muy bien no venga. Y, aunque no aparezca Mourinho, VII tiene un gran metahallazgo: el villano enmascarado y necro-fetichista y nietísimo/ hijísimo Kylo Ren... ¡es fan de Darth Vader!

Y, de acuerdo, lo que se dice en Star Wars jamás tendrá esa grandeza de las letras citables de la Biblia o de Shakespeare o de Casablanca. Pero vuelve la gracia de esa frase siempre presente, a lo largo de todas las películas, en diferentes personajes y, aquí y ahora, en boca de Han Solo: “Tengo un mal presentimiento acerca de esto”.

Rodríguez también. Acerca de eso.

Y acerca de aquello otro también.

Que la fuerza me acompañe, piensa ahí, solo, al lado del cuarto oscuro.

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