CONTRATAPA
Guardianes de la democracia
› Por Atilio A. Boron *
El viernes pasado, La Nación reprodujo en su tapa una síntesis del informe que, bajo el poético título de “Un claro en las nubes”, había producido el Diálogo Interamericano sobre la situación de América Latina y el Caribe en el 2005. La nota decía que “reconocidos expertos” alertaban sobre la crítica situación de la democracia en nuestra región y se abría, no por casualidad, con un párrafo del informe en donde se dice que “Venezuela y Haití difícilmente califican hoy como democracia”, mientras que pocas líneas más abajo se afirmaba que Cuba no había sido incluida en el estudio por ser el único país autoritario en el bienaventurado océano democrático latinoamericano.
El documento del DI sintetiza los lugares comunes del discurso oficial norteamericano. La premisa del DI es que, en materias fundamentales, no existe oposición entre los intereses de los Estados Unidos y los de sus lastimeros vecinos del Sur. A partir de tan realista supuesto es fácil imaginar los disparates y las aberraciones a las que llega el informe en su afán por promover el diálogo entre las dos regiones. (“Diálogo” es el eufemismo que quiere decir aceptar mansamente nuestro ineluctable destino neocolonial bajo el dominio de la Roma americana.)
Apostando temerariamente a la amnesia de los argentinos, La Nación informa que entre los “expertos” en cuestiones democráticas y de progreso económico y social se incluye José María Dagnino Pastore, ex ministro de Economía y Trabajo de dos brillantes etapas democráticas nuestro país: la presidida por el general Juan Carlos Onganía y la que inaugurara el general Jorge Rafael Videla en 1976. Entre otros notables demócratas sobresalen Enrique Iglesias, cuyas brutales “condicionalidades” impuestas para lograr los préstamos del BID tanto contribuyeran a la imposición del neoliberalismo, y Mario Vargas Llosa, celosísimo custodio de los derechos humanos y la democracia en América latina, pero cuya elocuencia da lugar a un sospechoso mutismo a la hora de juzgar las tropelías y crímenes cometidos por sus benefactores en la Base Naval de Guantánamo, en la prisión de Abu Ghraib, o cuando amparan terroristas o envían a sus detenidos a ser interrogados en países en los que la tortura es legal. Otros distinguidos miembros del DI son el ex presidente mexicano Ernesto Zedillo, célebre por la forma democrática en que manejó el conflicto con los zapatistas; el ex presidente boliviano Gonzalo Sánchez de Lozada, eminentísimo varón cuya incomprendida lucha por la libertad, la justicia y la democracia originó las iras de un pueblo conocido por su ancestral ingratitud hacia sus gobernantes. La dirección de este selecto grupo de expertos recayó en Fernando Henrique Cardoso, quien como presidente de Brasil aconsejara a sus lectores que “se olviden de todo lo que escribí” antes de abrir de par en par las puertas de Brasil al Consenso de Washington, haciendo de nuestro vecino el país más injusto del planeta. Completa la composición de este panel una tenebrosa lista de funcionarios de casi todas las dictaduras de la región, políticos y “expertos” de nuestras capitulantes pseudo democracias y voceros de las transnacionales.
Esta es la gente que dice que Cuba es autoritaria y que Venezuela difícilmente califique como democracia. Para estos expertos, el Chile regido por la Constitución pinochetista y con un régimen electoral increíblemente irrespetuoso de los derechos políticos de las minorías era una democracia, pero la Venezuela de Chávez, con sus ocho elecciones consecutivas ganadas limpiamente, bajo el ojo avizor del Centro Carter y de la OEA, no la es. Países que jamás conocieron un referendo popular, o que reforman sus constituciones a puertas cerradas, son bendecidos como democracias, mientras que un presidente que se somete a mitad de mandato a un referendo revocatorio, como Chávez, no es democrático. Países como el nuestro, y casi todos los de la región, que entregaron sus riquezas y el control de sus economías a las transnacionales sin la menor consulta a laciudadanía; o que, como México y Chile, firmaron un Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos sin ninguna instancia de información y votación popular de la propuesta, son exaltados como vibrantes democracias, mientras que espesas sombras de sospecha se arrojan sobre Venezuela y se condena a Cuba, el único país de América latina con acceso universal y gratuito a la salud y la educación. Con demócratas como éstos, ¿cómo no va a estar en crisis la democracia?
* Secretario ejecutivo, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso).