CONTRATAPA › CARTAS
Seguí las sesiones de la Legislatura. Sentí una gran desazón y tristeza. Quizá no baste ser madre, docente ni ciudadana. Tal vez siendo política comprendiera. Mi intelecto no alcanza. No comprendo esta justicia ordinaria, que ya Martín Fierro decía “ordinaria es como la hacen”. Aprecio a un intendente reclamando justicia por su puesto político, y no por aclarar la masacre. Duele comprobar la indiferencia al dolor de padres y familiares que han perdido lo único importante de este juicio: sus hijos. ¿Justicia?... Supera el límite que un ser humano pueda soportar. Se suma al dolor la falsedad de aseveraciones: “acusaciones nulas, juicio a contramano, servicios de emergencia adecuados, psicólogos/as” ...cuando todos sabemos perfectamente el dolor inenarrable de lo padecido. ¿La verdad? El resultado: 194 muertos. ¿Qué le pasa a nuestra sociedad? ¿Cuándo nos convertimos en inhumanos, crueles, despiadados e insensibles? ¿Cómo permanecemos callados? ¿No bastan 194 muertes y la destrucción de sueños, esperanzas y futuro? Mataron a nuestros hijos por negligencia, corrupción, egoísmo que produjo nuestra sociedad. ¿Nos movilizamos únicamente si nos sacan el dinero? Me avergüenza saber que la emoción que sentí al ver a mi pueblo en la calle fue sólo por interés económico. Creí que nos habíamos despertado. Hoy me duele Buenos Aires. Siento la oquedad de su corazón. Y siento el dolor de las muertes de nuestros hijos, que nos duelen más que nuestras vidas. Mucho más por no poder cumplir la promesa que le hice a Erika Broggi en su tumba: gritar por ella y por los que no tienen voz en busca de la verdadera justicia.
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