CULTURA
› CENTRO DE DOCUMENTACION DE LA CULTURA DE IZQUIERDA
La memoria tiene sede propia
A partir de un convenio con el Gobierno de la Ciudad, el CeDInCI se mudará a una nueva casa. Se trata de un impresionante archivo, fundado en 1998, fruto de una investigación de años, que reúne libros, revistas, documentos, volantes y cartas relacionadas con el espacio progresista en la Argentina.
› Por Mariano Blejman
La lista es muy larga y, de alguna manera, recorre la historia argentina desde una mirada particular y diferente. En un mismo lugar conviven con naturalidad, por ejemplo, una serie de escritos de Simón Radowitzky enviados a sus seguidores desde la cárcel de Ushuaia y una colección completa de la histórica revista Martín Fierro. Allí escribía Alberto Ghiraldo, poeta y amigo de Rubén Darío, quien también colaboraba en la edición. En el mismo sitio se pueden observar cartas de puño y letra que el socialista Nicolás Repetto recibió de Victoria Ocampo y Leónidas Barletta, entre otros remitentes ilustres. Todo ese increíble material está reunido en un lugar llamado CeDInCI (Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas en Argentina) y a partir de las gestiones llevadas a cabo por el Gobierno de la Ciudad, ahora –y durante los próximos cinco años– tendrá sede propia, eximida de alquiler, en una casa hasta ahora abandonada que pertenecía al gobierno porteño: Fray Luis Beltrán 125 (Rivadavia al 6300). Detrás de aquella colección está el historiador Horacio Tarcus, militante de izquierda, que viene juntando material sobre las izquierdas argentinas desde hace algo más de 20 años.
El CeDInCI existe desde 1998. Aunque está centrado en la izquierda, cubre un abanico enorme (ver recuadro) que va de históricas publicaciones anarquistas, socialistas, comunistas, trotskistas, de nueva izquierda, radicales, peronistas, democristianas, liberales, conservadoras, nacionalistas e incluso fascistas. La tarea de reconstrucción ha sido fatigosa y angustiante. “Muchas de las mejores publicaciones y libros se perdieron durante la última dictadura, por confiscación o autodestrucción. Los archivos de partidos políticos rara vez están abiertos al público; las colecciones privadas están celosamente custodiadas o falta información sobre su localización”, explica Tarcus a Página/12.
El Centro de Documentación nació como una manera de tratar de detener el drenaje de memoria que se manifiesta en el país. Ahora, además, recibe material de hijos o familiares de viejos militantes –muchas veces inclusive con la presencia de un escribano– que dejan sus materiales a disposición del público. “Lo más interesante está afuera: Amsterdam, París y Nueva York se han quedado con la historia de la izquierda en este país”, dice Tarcus, quien ha vivido en carne propia el problema de guardar la memoria en tiempos difíciles: durante la dictadura enterró en un patio su propia colección de libros, revistas y folletos. “Durante el ‘76 y el ‘80 dejé bajo tierra mis colecciones en una quinta en Ituzaingó. Gracias a eso ahora pueden estudiarse, aunque se nota el paso de la humedad.”
La sede anterior (que estaba ubicada en Sarmiento al 3400) fue visitada habitualmente por investigadores, periodistas e historiadores, pero también actuales militantes de HIJOS, por ejemplo, que llegan “para leer los escritos de las organizaciones en donde militaban sus padres”, señala Tarcus. Desde ahora, podrán leerse cómodamente en alguna de las luminosas salas las publicaciones clandestinas que hacían Montoneros y el ERP, por ejemplo, circulares internas y volantes que, “si no se salvaron al quedar enterrados, es porque fueron recuperados del exterior. En Israel encontramos un folleto que se había enviado a un Comité de Solidaridad con los presos políticos argentinos”. Se destacan también unos escritos de la Reforma Universitaria de 1918 y el archivo del comunista Fernando Nadra, unas cartas de Lisandro de la Torre, o una del escritor Julio Cortázar que le envió a una desconocida –al menos por ahora– militante argentina que había luchado en la Guerra Civil Española.
Si hubo en la historia un problema grave para la izquierda, fue el de la financiación. Y éste también es el caso del CeDInCI. Es por eso que, una vez más, por falta de recursos, se apeló a la militancia: “Sólo un 5 por ciento del material que hoy puede verse ha sido comprado. El resto son donaciones”. Ahora, el gobierno le dio una casa propia y lo incitó a que presente un proyecto de ley para que la cesión temporal se convierta endefinitiva. Además, la izquierda tenía consigo misma una deuda histórica: “Nunca tuvimos un proceso de acumulación cultural”, cierra Tarcus.
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