Dom 08.12.2002

CULTURA

“El derrumbe argentino es como el del Muro de Berlín”

El español Ignacio Ramonet, uno de los intelectuales que más y mejor cuestionan la globalización y el neoliberalismo, llegó a Buenos Aires para presentar dos de sus libros. Entre otros temas, habló de Lula, Menem y el peronismo.

Por Angel Berlanga

“Los medios de comunicación han jugado un papel muy importante en la consolidación del neoliberalismo. Lo que en algún momento denominé ‘pensamiento único’ ha sido, en realidad, una especie de construcción de lógica derivada de una doctrina político-económica, aquello que se llamó también ‘Consenso de Washington’. Allí aparece la idea de que el proyecto debía ser defendido por una serie de instituciones: los profesores de economía en las universidades, los periodistas económicos en prensa, radio y televisión que tuvieran influencia y una serie de firmas norteamericanas que organizaran seminarios e invitaran a los suscriptores para que vayan impregnándose con esa idea.” La definición pertenece a Ignacio Ramonet, director desde 1990 de la edición internacional del mensuario Le Monde Diplomatique, doctor en Historia de la Cultura, ex alumno de Roland Barthes y profesor universitario en la Universidad de París, quien llegó el miércoles a Buenos Aires para dar una serie de charlas. Ese mismo día presentó, ante un público que colmó el Aula Magna de la Facultad de Derecho, El mundo en la nueva era imperial, un libro de conversaciones con el periodista argentino Jorge Halperín.
Ramonet, autor de Las guerras del Siglo XXI y de Un mundo sin rumbo, entre otros, es uno de los intelectuales que en la actualidad más lúcidamente combate con sus análisis a la globalización como herramienta de dominación del neoliberalismo. A su vez, es uno de los protagonistas de la Fundación ATTAC (la entidad internacional que impulsa la necesidad de cobrar un impuesto a las transacciones financieras especulativas) y del Foro Social Mundial, cuyo último encuentro en Porto Alegre reunió a más de 5000 ONGs de todo el planeta. “El intelectual hoy no puede limitarse a observar y describir”, señala en el libro que presentó el miércoles.
“Los medios –subrayó Ramonet– fueron fundamentales sobre todo en hacer parecer al neoliberalismo como totalmente normal y natural. No sólo eso: plantaron la idea de que eso era lo moderno y lo demás arcaico. Muchos gobiernos, incluso, van a apoyarse en ellos.” Luego, tras apuntar que el fenómeno coincide con la aparición de empresas de comunicación como AOL o Microsoft, que abogan por la idea de la globalización, Ramonet indicó que a partir de que antiguos gurúes del neoliberalismo, como Joseph Stiglitz (Nobel de Economía) o George Soros, reconocieran las consecuencias del modelo e incluso desaconsejaran desoír al FMI, “algunos medios de comunicación empiezan a reflexionar sobre este aspecto, y a cambiar”.
Ramonet, nacido en 1943 en Galicia, criado en Marruecos y radicado actualmente en París, disertó también acerca del nuevo ciclo que se inaugura en América latina a partir de la llegada de Lula al poder, del misterio inexplicable que para un analista extranjero es el peronismo y de lo que significó la crisis argentina para el mundo. “El derrumbe de Argentina ha aparecido para mucha gente como simétrico del derrumbe del Muro de Berlín. Si allí cae un régimen que se pretendía socialista, y que en realidad era una concepción dogmática y autoritaria del socialismo, aquí cae la concepción de la globalización dogmática, al ver que el modelo produjo, en vez de lo que habían prometido, un desastre económico y social. La globalización existente no funciona. Si funcionara, Argentina sería el primer país del mundo, porque aquí se ha hecho el laboratorio más absoluto de la globalización. Aquí se han aplicado las doctrinas neoliberales, y se ha privatizado y desregulado, como en ningún otro país. Por consiguiente, el fracaso de Argentina abre los ojos al resto del mundo.”
El periodista y escritor, uno de los ideólogos e impulsores del Observatorio Global de Medios (Media Watch Global), señaló que tras los períodos neoliberales de dictaduras y democracia formales (destacó como emblemas de estas últimas a Menem y Fujimori), con Lula en Brasil parece iniciarse “una reflexión colectiva en torno de la idea de que esos dos ciclos se han agotado y que es indispensable abrir un nuevo ciclo de redistribución, un proyecto para construir una sociedad más igualitaria, una democracia que exceda lo político formal y sea también económica, social, estructural”. Tras señalar que junto a la elección de Lucio Gutiérrez en Ecuador lo de Brasil “marca un soplo nuevo que recorre América latina”, Ramonet advierte que no será fácil: “La gran incógnita es ver en qué medida el contexto internacional, un eufemismo para decir globalización, le va a permitir aplicar su programa. Y eso que es elemental: él quiere que los brasileños coman tres veces por día. No es tan complicado. Es un programa revolucionario. ¿Cuál será el margen de maniobra que tendrá Lula, elegido por dos tercios de los ciudadanos brasileños? No lo sabemos. Tendría que tener todo el margen posible. Pero también Hugo Chávez ha sido elegido con mayorías considerables, y vemos que no tiene posibilidad de gobernar”.
Ramonet explica que la globalización se traduce en el poder absoluto del mundo financiero: “El mercado quiere dictarle su ley al estado, diciéndole que es demasiado poderoso, que debe reducirse y que tiene actividades que no son de él. La globalización dice que el Estado no está hecho para tener actividades económicas, y por eso lo obliga a vender sus sectores estratégicos: petróleo, carbón, transportes, ferrocarriles. Todo esto ustedes lo han vivido. Se plantea que lo privado es más importante que lo colectivo, que lo individual es más importante que lo comunitario, que el egoísmo es más importante que la solidaridad: un contexto que crea una filosofía política que tiene poco que ver con la construcción de una sociedad más igualitaria. De allí que se destruya el Estado de bienestar y que aparezcan una serie de organismos que estaban a la sombra, como el FMI o la Organización Mundial de Comercio –que es el motor de la globalización–, que cobran una importancia cada vez mayor y van destronando a los dirigentes políticos en su capacidad de organizar la relación con la ciudadanía. Piensen una cosa –invitó Ramonet–: en los años 80 en ningún país del mundo se había privatizado. Esto, que fue presentado como un retorno a la norma, nunca había sido hecho. Las privatizaciones son tan nuevas como la globalización”.
Finalmente, Ramonet –que el viernes también presentó junto a los periodistas Horacio Verbitsky y Carlos Gabetta su libro Las guerras del Siglo XXI— se refirió al buen posicionamiento que, según las encuestas, tienen algunos candidatos justicialistas: “Uno podía esperarse todo, menos que la ciudadanía argentina considerase que la solución sigue estando allí –señaló–. Que Menem pueda aparecer como el salvador, cuando considero que tiene una enorme responsabilidad de la situación actual, me parece totalmente sorprendente. El peronismo es una organización política que lo tiene todo: ya Menem era lo contrario de un peronista tipo Perón. Para un extranjero es absolutamente indescifrable. Es decir: se puede ser peronista y su contrario dentro del peronismo. Es como Dios y el Diablo en la misma religión”.

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