Vie 02.05.2003

CULTURA

“Ahora se debate sobre todos los temas, menos sobre la democracia”

El escritor José Saramago, de visita en Buenos Aires, habla de política, derechos humanos y del desafío de lograr “una democracia justa”.

El escritor portugués José Saramago, siempre atento a la dinámica política mundial, señaló ayer en Buenos Aires que “los grandes debates que debería librar hoy la opinión pública mundial son acerca de la democracia y los derechos humanos”. El literato, Premio Nobel de 1998, está en Buenos Aires, sometido a una agenda nutrida, pese a sus deseos de descansar. Ayer, recién llegado de Chile, brindó una conferencia en la apertura del IV Congreso Latinoamericano de Traducción e Interpretación que se celebra en un hotel. El lunes presentará la edición local de su novela, El hombre duplicado, en un ámbito poco usual para la literatura, como el Teatro Colón. Dos días después, en tanto, el autor de El año de la muerte de Ricardo Reis, Ensayo sobre la ceguera, El evangelio según jesucristo y Todos los nombres, entre otros títulos notables, brindará una conferencia sobre “Literatura y actualidad” en el Malba.
Al opinar sobre la actual coyuntura política en la Argentina, Saramago, de 81 años, dijo ayer que no cree que sea posible un triunfo de Menem en el ballottage (ver recuadro de tapa). Y enseguida agregó: “Pero, ¿quién soy yo para decir qué es lo que tienen que hacer los argentinos? Sí creo que deberían aparecer en la Argentina opciones nuevas. El debate político en la Argentina no es de ahora, del presente, sino que viene de atrás. ¿Por qué mientras no se agotan las posibilidades políticas –aunque sean reducidas– de un candidato, debe éste presentarse siempre?”, se preguntó. “Estoy cansado de escuchar las promesas de los políticos –agregó– y después verificar que no las cumplen. Esto es un fenómeno mundial, y no es exclusivo de los políticos argentinos, chilenos o de otros países de Latinoamérica.”
El Nobel habló luego sobre el rol de la opinión pública mundial en relación con la cruzada estadounidense sobre Irak. “La batalla por la paz no es la única que debe librarse”, planteó. “Participé en Madrid de manifestaciones multitudinarias contra la guerra. Bajaron de sus casas millones y millones de personas en el mundo para defender la paz. Pero claro que no podemos bajar todos los días a la calle con pancartas. Una persona me preguntó entonces: ‘¿Qué podemos hacer ahora? No pudimos frenar la guerra’, y yo le contesté: En primer lugar, podemos seguir manifestándonos contra la guerra y para defender la paz. Y tenemos otras batallas que librar, como la batalla por la democracia. El debate mundial por la democracia.”
Saramago, que se ha definido como “un comunista hormonal”, no quiso hablar en específico de su reciente texto de crítica a la decisión del gobierno de Fidel Castro de fusilar a un grupo de espías. Antes que profundizar la polémica en torno a Cuba, prefirió abarcar una mirada global sobre los derechos humanos. “Los medios tienen una responsabilidad tremenda en este debate. No vivimos en un sistema democrático, sostengo. Y hoy, en el mundo, se debate sobre todos los temas menos sobre la democracia. De eso no se habla. A todos los partidos del mundo les propongo que tomen sus programas electorales y sus propuestas de gobierno y las guarden en un cajón. No digo que las tiren, porque algún día podrían servir. Pero que tomen hoy un solo papel y se lo presenten a la opinión pública: este papel es la declaración universal de los derechos del hombre. Allí está todo lo que un partido político puede prometer y tiene la obligación de cumplir. Todo lo demás es retórica, y en muchos casos, vacía.” Saramago subrayó en este marco que es bueno recordar que “si no hay democracia, no hay derechos humanos. Y si no hay derechos humanos, tampoco hay democracia. Si no se cumplen, ¿cómo es que vamos a hablar de democracia? Son las dos caras de una misma hoja de papel: cuando uno la quiere separar, la rompe de un lado y la rompe del otro”.
Le preguntaron si está conforme con su carrera. “No creo que ninguna vida pueda decir de sí misma que lo ha hecho todo bien o que no ha cometido errores. Puedo decir que hay una coherencia en lo que he hecho y vivido, pero la palabra coherencia no significa mucho. Porque un asesino a sueldo también escoherente: mató ayer, mata hoy y matará mañana. Pienso que habría que ver en qué consiste esa coherencia y, en ese sentido, puedo decir que mi vida no está mal.”

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