CULTURA
› JEAN-CLAUDE JACQ, AL FRENTE DE LA ALIANZA FRANCESA DE PARIS
Mil razones para aprender francés
Jean-Claude Jacq dirige las Alianzas Francesas de todo el mundo. Explica aquí su idea de vanguardia en materia cultural.
› Por Silvina Friera
A Jean-Claude Jacq, secretario general de la Alianza Francesa de París, las estadísticas no le sientan bien y lo incomodan. En vez de escupir cifras sobre la cantidad de personas que estudian francés en el mundo (250 millones de personas, 10.000 alumnos inscriptos en las Alianzas de la Argentina) prefiere, acaso vicios de su oficio de escritor, desarrollar el arte de la anécdota mientras dialoga con un grupo reducido de periodistas sobre la difusión de la lengua y la cultura francesas. “Aunque San Pablo es una ciudad en la que viví cuatro años, confieso que cuando me nombraron director general de la Alianza en aquella ciudad lamenté mucho que mi destino no fuera Buenos Aires”, señala Jacq, que nació en Marruecos en 1951 y es diplomado en Ciencia Política y agregado en Letras modernas. “La gente aprende un idioma y no siempre resulta fácil comprender los motivos de esa decisión. Nuestra estrategia apunta a entender cuáles son las necesidades que surgen, necesidades que evolucionan rápidamente en todo el mundo y que cambian en función de las situaciones políticas”, dice Jacq.
Argentina, que tiene la red mundial más numerosa de alianzas francesas, 104 en todo el país, siempre estuvo interesada en las ideas de una nación que irradió el ideario político republicano de muchos de sus mejores filósofos, como Rousseau. Sin embargo, en los últimos años, cuenta Jacq, los psicoanalistas argentinos que tomaron contacto con la obra de Lacan se volcaron a estudiar francés para poder leerlo directamente, sin las traducciones que muchas veces son erráticas e imprecisas. Pero el conocimiento acerca de Francia no se detiene en el diván. “El agregado cultural francés me comentó que habló con un taxista argentino sobre la ola de calor, que tantas víctimas se cobró en Francia, y estaba sorprendido por el nivel de conocimiento del taxista, que le reprochaba al funcionario la imprudencia del gobierno francés, que había echado a uno de los funcionarios de salud en el momento más delicado”, recuerda Jacq, escritor y columnista de Quinzaine Littéraire, Le Monde Diplomatique y la revista Levant. La Alianza de Buenos Aires, que cumplió en junio 110 años, además de los cursos de francés, ofrece una programación innovadora, que incluye un menú variado de conferencias, debates filosóficos, conciertos y proyecciones de películas. Pasaron por la sede de la calle Córdoba la profesora e investigadora Marie Claire Lavabre, que dio una conferencia sobre el deber y el abuso de la memoria; el filósofo Olivier Moguin, que se refirió a la mundialización política y cultural y la presencia más importante del año: el filósofo y dramaturgo Alain Badiou, discípulo de Sartre, Lacan y Althusser.
Pero la gran sorpresa del año fue la avant-première de la última película del artífice de la nouvelle vague, Jean-Luc Godard, Elogio al amor, antes de su estreno. En noviembre, la cantante Rosario Bléfari interpretó las canciones de su proyecto solista en formato completamente acústico y el mítico poeta del rock Adrián Paoletti, después de dos años de ausencia de los escenarios capitalinos, repasó sus mejores canciones.
–Las Alianzas Francesas tienen un concepto de programación muy vanguardista en todas las ciudades del mundo. ¿Qué entiende usted por vanguardia?
–El concepto de vanguardia ha desaparecido en Francia, aunque siempre se dice que somos la vanguardia de algo. Ahora no usamos más la palabra vanguardia, la reemplazamos por una programación cultural contemporánea, que promueva y difunda el arte contemporáneo francés. Seleccionamos los mejores espectáculos de danza, teatro, plástica y música y los presentamos en distintas sedes. Pero, además, nos proponemos desarrollar el debate intelectual.
–Este año fue particularmente difícil para los artistas franceses por el anuncio de los recortes a los subsidios en la cultura, algo que identifica fuertemente a Francia por su compromiso histórico con las artes.
–Recuerdo que Borges fue a hablar en el Museo de Arte de San Pablo. Alguien le hizo una pregunta y él respondió: “¡Qué bella pregunta!”, y después esperamos y no dijo nada más (risas). La subvención de la cultura en Francia es el corazón del sistema, está tan descentralizada, que en las provincias muchas veces se pueden ver espectáculos que no se dan en París. La subvención define un modelo cultural de intervención estatal, en clara oposición al modelo anglosajón, que entiende que la cultura no es un derecho y una obligación, sino un producto comercial. Pese a las ventajas del modelo francés, es cierto que se pueden realizar algunas objeciones: hay más artistas y espectáculos, más oferta que público real que pueda ver las actividades subvencionadas. Sin embargo, defiendo este modelo porque, si se recortan las subvenciones, la identidad cultural francesa puede verse seriamente afectada.