Atinadamente, la muestra se titula El Gráfico. La memoria del deporte. Porque comprende algo más que un repaso de tapas de revista, textos y fotos que son latido de ochenta años del deporte argentino reflejados a través de un medio, justamente, gráfico. Su legado es parte de la cultura popular del siglo XX y, como tal, merecía existir a la consideración pública. Hasta el 15 de septiembre en la Sala Leopoldo Marechal de la Biblioteca Nacional (1º piso), este es un homenaje y declaración de principios en formato de muestra biblio-hemerográfica.
En un espacio del edificio símbolo de la cultura argentina descansan imágenes y palabras que reconstruyen una buena parte de la memoria popular de los argentinos: de Firpo a Maradona, de Fangio a Vilas, ellos y todos esos rostros menos famosos que construyeron un relato que está repleto de recuerdos y emociones, colectivas e individuales. Inevitable pensarlo cuando se recorren esos números de páginas amarillentos y fotos en sepia, con hombres y mujeres de otro tiempo, de más allá y más acá, con sus rostros de modernos héroes (en este tiempo olímpico, nunca mejor el paralelo entre aquellos y estos luchadores de Atenas 2004). Claro que ahora, siendo apenas una revista que languidece en una edición mensual que pocos compran, se puede extrañar el estado de excitación interna que precedía a cada aparición, cada martes (o miércoles, si se vivía en el interior). Ese es el espíritu del texto introductorio del programa de la muestra, escrito por el ex director de la Biblioteca, Horacio Salas. “Yo también fui un chico fanático por los deportes, y más de una vez soñé sonriente y sudoroso, como Oscar Gálvez, sólo que al mando de un modesto cochecito de pedales.”
Vitrinas que guardan viejas colecciones, fotos y, he aquí un detalle de buen gusto, textos alusivos de Ernesto Sábado, Horacio Quiroga, Leopoldo Marechal, Osvaldo Bayer, Roberto Arlt, Julio Cortázar, Eduardo Galeano y Mempo Giardinelli, entre otros. Gigantografías de tapas que reflejan algunos de los grandes triunfos del deporte argentino. Monzón, Demiddi. Paralelamente, en la muestra se desarrollan charlas que intentan pensar la influencia histórica de la publicación. En uno de esos encuentros, Juan Sasturain (ver opinión), Juan José Panno y Pablo Alabarces hablaron de una cuestión central en la historia de El Gráfico, sobre todo a partir de los años sesenta. El Gráfico y el poder, una relación que se volvió carnal en los años de la dictadura 1976-1983. Ejemplos: la carta apócrifa que se publicó de parte de un famoso jugador de la selección de Holanda, Ruud Kröl a su hija, durante el Mundial 1978, o la entrevista –extensa y vergonzante– que se publicó en tapa con el general Videla luego del mismo campeonato. Con los años, esta imagen oficialista le ganó al recuerdo de aquellas notas: el triunfo de Delfo Cabrera en el maratón de Londres 1948, el juego Fisher-Spasky en Manila, la paliza de Monzón a Mantequilla Nápoles, el glorioso mes de Maradona en México ’86. Es esta mirada, la de los grandes actos deportivos, la que debería imponerse por sobre las coberturas pro-militares. No es algo que habría que despreciar o enviar al rincón de las aficiones populares de mal gusto. Al menos con una muestra de fotos y textos, se hace algo por ubicar las cosas en su justo lugar.