Dom 12.09.2004

CULTURA  › ENTREVISTA AL ESCRITOR COLOMBIANO HECTOR ABAD FACIOLINCE

“Escribir es mi forma de vengarme”

El autor explica de qué modo el asesinato de su padre a manos de los paramilitares se filtró en su nueva novela, Angosta, con el disfraz de la ficción. “No soy optimista”, dice respecto de su país.

› Por Silvina Friera

El carácter del escritor colombiano Héctor Abad Faciolince desmiente su fugaz pasado de provocador en la Universidad Pontificia Bolivariana. Lo expulsaron por “suicida”, dice, porque a los 19 años escribió un artículo contra el Papa. Entre aquel joven rebelde que nació en Medellín y el hombre sereno que dialoga con Página/12 mediaron un viaje a Italia, donde se graduó en literaturas modernas, un regreso a Colombia en 1987, el mismo año en que los paramilitares asesinaron a su padre –un médico activista por los derechos humanos–, el exilio italiano ante las amenazas recibidas y el retorno definitivo a su país en los noventa. La literatura se convirtió en una trinchera desde la cual pudo digerir la violencia demencial que lo rodea. Al menos eso se cumple con su última novela, Angosta, recientemente publicada por Seix Barral. El título alude a una metrópoli homónima, que tiene tres pisos, tres castas y tres climas, en la que se aplica una política de apartamiento que recluye a cada casta en un su propio sector. Esta aparente ficción futurista, en la que la mayoría de los personajes vive en un hotel decadente de la ciudad, se convertirá en hiperrealismo contemporáneo: Angosta se parece a Medellín, a Bogotá o a tantos conglomerados urbanos del mundo.
Abad Faciolince admite que el material autobiográfico –el asesinato de su padre– se filtró en Angosta con el disfraz de la ficción. En la vida real, el escritor recuerda que Carlos Castaño, por entonces jefe paramilitar de operaciones en Medellín, escribió un libro de confesiones en el que cuenta que se reunía con algunos “prohombres” de la ciudad para definir quién podía vivir y a quién había que matar. “El esquema literario de las reuniones de los sabios lo tomé de El hombre que fue jueves, de Chesterton, pero el material ‘real’ de la novela lo extraje del libro de Castaño. En Angosta hay una recreación literaria del asesinato de mi papá. En mi caso, la escritura es una forma de venganza, para que se sepa por qué motivos tan mezquinos actuaban”, señala Abad Faciolince, columnista de la revista Semana, de Bogotá, y autor de Asuntos de un hidalgo disoluto, Fragmentos de amor furtivo y Basura, con la que obtuvo el primer premio Narrativa innovadora de la Casa de América de Madrid.
–¿Cómo se sitúa respecto de los escritores colombianos que últimamente generaron cierto revuelo por sus posiciones anti García Márquez?
–Hay tantos escritores y es tan difícil que lean un libro tuyo en otra parte que algunos han optado por hacer un gran escándalo porque a veces la única manera de que hablen de ti es decir que García Márquez es un “viejo gagá”, como yo podría intentar decir acá que Borges es una figura sobrevalorada. Es simplemente una estrategia publicitaria. A García Márquez no lo siento como un padre al que haya que asesinar, todo lo contrario. Es alguien a quien nunca se me ha pasado por la cabeza imitar, un escritor extraordinario. Pero la poética del realismo mágico está agotada, es una vaca ordeñada hasta el final.
–En su novela Angosta llama la atención que por momentos hay ciertos tonos de la narración que remiten a Fernando Vallejo o a Javier Marías...
–Son escritores que me encantan, pero admito que es una mezcla explosiva porque son muy distintos. Vallejo es un tirabombas contra todo, ése es un escándalo que a mí me gusta. Lo conozco y sé que es así para todo. Cuando estuve con él viviendo en su casa de México caí en una depresión profunda: ya no sólo sus libros sino su manera de ser y de ver la literatura y la vida son de un nihilismo tan radical que te desanima.
–Algunos de los personajes de su novela comprenden los episodios de violencia de los de abajo por la violencia que ejercen los de arriba. ¿Esto es lo que usted piensa respecto de la guerrilla en Colombia?
–Odio lo que hace la guerrilla. Pero cuando te pones en la posición de alguien que todo el tiempo está siendo discriminado y maltratado, uno puede seguir el proceso mental de un muchacho terrorista en Palestina. Me parece espantoso lo que hacen, pero si te mataron a tu familia y te destruyeron tu casa, si eres mucho más débil y no tienes ninguna arma, si al frente hay un poder inmenso que te da un garrotazo tras otro, uno se puede meter en ese proceso mental y no justificar, pero puede entender que piense en hacer daño como única solución. El mundo no ha entendido que, yendo a eliminar focos de terrorismo con toda la brutalidad de las armas, los terroristas no se van a desanimar.
–¿Cómo es la situación actual de la violencia colombiana?
–A pesar de que el gobierno ha dedicado la mayor parte de su presupuesto a la seguridad, sigue habiendo entre 2000 y 2500 secuestrados. Si todo el presupuesto se destina a seguridad, la miseria, esa leña que alimenta todas las violencias colombianas, se incrementará. No sé si hay solución. No soy para nada optimista.

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