CULTURA
› BIBLIOTECA NACIONAL VERSION 2005
Un inventario de ideas para viejos y nuevos lectores
El subdirector Horacio González anunció la publicación de “Los raros”, una colección de libros de notable valor histórico.
› Por Silvina Friera
¿Debe una biblioteca nacional estimular una línea de ediciones de clásicos argentinos? Esta pregunta, que se hicieron muchas veces Elvio Vitali y Horacio González, hoy tiene una respuesta: la colección Los raros –coordinada por Alberto Perrone–, libros que marcaron épocas, caracterizaron corrientes literarias y de pensamiento o suscitaron fecundas controversias. Los treinta seis textos seleccionados son reliquias de coleccionistas que han dejado de estar al alcance de las nuevas generaciones de lectores, aunque en su momento fueron obras polémicas que agitaron el ambiente cultural del país, escritas, entre otros, por Eduardo Wilde, Ezequiel Martínez Estrada, Elías Castelnuovo, Ernesto Quesada, Alberto Gerchunoff, Eugenio Cambaceres, Arturo Cancela, Ernesto Palacio, Julián Martel, Paul Groussac, Alberto Vacarezza y Manuel Ugarte (ver aparte). Ahora que estas joyitas de la abuela (o bisabuela en algunos casos) volverán a reeditarse, prologadas por distintos especialistas, estos libros olvidados invitarán a explorar zonas relegadas de la cultura argentina, que aún merecen nuevos enfoques y juicios de valor.
“No pretendemos cultivar una memoria pasiva sino una memoria con la agresividad del presente”, sostiene González, subdirector de la Biblioteca Nacional. El primer título, que saldrá a fines de abril y se presentará en la Feria del Libro, es El idioma de los argentinos, de Lucien Abeille, con un estudio preliminar de Gerardo Oviedo.
Hace tiempo que los verbos que se conjugan en las bibliotecas nacionales –no sólo en la Argentina– son preservar, cuidar, proteger y difundir el material publicado por otros. Era hora de empezar a editar libros, sin que esto implique crear una editorial. El organismo dirigido por Vitali, que en estos días está abriendo el llamado a licitación para las editoriales argentinas interesadas en el proyecto, se asociará a las empresas que resulten ganadoras para poner en circulación Los raros. “Muchos de los títulos son excepcionales, pero al no estar insertos en el aparato de lectura del mercado no tienen cómo disputar lectores”, señala González. “El ideal morenista de la biblioteca ilustrada –con imprenta, elaboración de panfletos y de diarios–, como centro de la vida cultural de un país, ya no es posible. Pero las bibliotecas aún hoy pueden recuperar algunas de aquellas funciones por las que se convirtieron en centros culturales importantes para el desarrollo de los estados naciones”, analiza el subdirector.
Sobre el autor del primer título de la colección, González recuerda que Abeille fue un profesor francés que se hizo acreedor de la crítica porque propuso un patriotismo lingüístico a principios del siglo XX. “Quesada y otros universalistas del idioma castellano lo atacaron por querer singularizar de una manera expresionista y equivocada los idiomas, con el peligro de darle al idioma que él llama de los argentinos una base ligada a un psiquismo colectivo”. El temple argentino y discursos, de Marcos Sastre, es el segundo título de la colección, prologado por Carlos Bernatek, un libro que allá lejos y hace tiempo fue material de lectura en las escuelas argentinas. “Fue el libro más importante que se ha escrito sobre el peronismo”, dice González de ¿Qué es esto?, de Ezequiel Martínez Estrada, que contará con un prólogo de Fernando Alfón. Vida de muertos, el cuarto título de Los raros resulta inclasificable. Escrito en la década del ’30 del siglo pasado por Ignacio Braulio Anzoátegui, está hecho sobre la base de viñetas de figuras de los siglos XIX y XX argentinos, “con una mordacidad exquisita y un poder de arbitrariedad infinito”, apunta el subdirector. “El prologuista, Christian Ferrer, tendrá que ajustar cuentas con este texto que se inscribe en el pensamiento más conservador de la Argentina.”
“El papel de la Biblioteca Nacional debe ser no sólo cuidar de la interpretación de los textos de una manera literal sino que todas las demás maneras, la paradojal y la alegórica, también deben estar presentes –explica González–. Una biblioteca nacional tiene que ser un instituto de la crítica.” No podía faltar en la colección el primer marxista argentino: Germán Lallemant, director del diario El obrero, uno de los primeros periódicos sociales. Su libro Escritos periodísticos será prologado por Víctor García Costa. “La bibliografía argentina es un tesoro: vos tocás en un lugar y sale un libro interesante”, subraya González. Y ahí está, entre esos tesoros, Prometeo & Cía., de Eduardo Wilde, con estudio preliminar de Guillermo Korn.
Mientras se está llevando a cabo el inventario, “el conócete a ti mismo de la biblioteca”, según lo define el subdirector, el organismo está preparando las actividades culturales del 2005, algunas iniciadas el año pasado, como el ciclo de Pensamiento Contemporáneo, del que participarán Ricardo Piglia, Oscar Terán, Germán García, Ricardo Forster, Nicolás Rosa, Angela Di Tullio y Ricardo Bartís, entre otros. “La Biblioteca es una gran fábrica cultural que investiga sobre cómo recrearse en términos de servicios al lector y, al mismo tiempo, piensa sobre la creación de nuevos lectores. La Biblioteca también hace inventarios de los linajes culturales argentinos, y conjugar esos dos inventarios es nuestro gran proyecto”, asegura González.
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