CULTURA
› LA MUESTRA “UN CUADRO PARA JUANITO, 40 AÑOS DESPUES”
Tras los pasos de Antonio Berni
A través del trabajo de artistas plásticos y chicos de zonas carenciadas, la muestra propone mucho más que un mero homenaje.
› Por Oscar Ranzani
A más de cuarenta años de la inolvidable creación que consumó Antonio Berni, Juanito Laguna sigue habitando en un mundo hostil donde la realidad que plasmó en sus obras el gran artista plástico argentino se profundizó, y la miseria y la exclusión crecieron a niveles mayores que los de la década del ’60. Ese símbolo de la niñez marginada en América latina -especialmente en sus grandes ciudades– hoy recorre todo el continente y se personifica en millones de chicos desnutridos y explotados, sumidos en la pobreza y el abandono. Frente a esta situación cruel, los miembros de la Asociación Civil De Todos para Todos decidieron armar una exposición en la que se visualice a los juanitos de hoy, a través de la mirada de 20 artistas independientes y de la observación fotográfica de chicos que asisten a comedores comunitarios de la ciudad y del Gran Buenos Aires que integran la red de bancos de alimentos de la asociación. Un cuadro para Juanito, 40 años después fue curada por Lily Berni –hija del artista plástico rosarino– y puede visitarse de 14 a 20, hasta el 7 de agosto y en el Palais de Glace (Posadas 1725), con entrada libre.
“Con la muestra queremos homenajear a Berni, concientizar sobre la pobreza, darles la oportunidad a artistas jóvenes en un lugar como éste y mostrar la realidad de los chicos”, sintetiza Gustavo Alvarez, presidente de la Asociación De Todos para Todos, en diálogo con Página/12. La muestra integral está conformada, en principio, por veinte óleos. Cada uno de ellos representa un tema –positivo o negativo– de los juanitos actuales. Alvarez y sus compañeros eligieron las temáticas a partir del trabajo realizado en los comedores ubicados en zonas socialmente vulnerables. Luego seleccionaron a los artistas no sólo por su capacidad expresiva sino también por su sensibilidad social. Como resultado, se pueden conocer trabajos que ilustran la desprotección, la deserción escolar, la explotación laboral infantil, la drogadicción, el embarazo precoz y el abuso sexual infantil, entre otros. Pero también ponen en imágenes la solidaridad, la dignidad y la predisposición a progresar. “Cada cuadro representa un juanito cuarenta años después, mostrando una realidad que empeoró”, destaca Alvarez.
Germán Sotelo tiene 26 años y se dedica a la pintura desde los 14. Es el autor de Visión de dos mundos, un cuadro que representa dos zonas geográficas disímiles separadas por un muro. “Son dos mundos que coexisten pero que no se unen, no se tocan, no tienen lazos”, comenta. ¿Es el mundo de la riqueza y de la pobreza? “Es el mundo de la inclusión y el de la exclusión”, aclara. Para Sotelo, la muestra tiene un plus ya que es el primer cuadro de caballete que expone. Los temas con los que siempre se codeó para trabajar en “pintura popular” son precisamente la pobreza, la miseria, la desigualdad y la exclusión. Sotelo vive esta muestra desde el lado del artista pero también con el conocimiento que tiene del mundo de los juanitos. “Yo nací en un barrio de emergencia –explica–. En esta muestra yo estaba más involucrado desde lo personal. Esta temática para mí fue más conocida. No tenía que sumergirme en algo que desconocía como algunos pintores que tenían que ahondar desde el lugar intelectual, tal vez. Yo tenía que abordarlo desde lo vívido. Si bien están plasmadas mi ideología y mi visión como artista, tenía que hacer catarsis antes que un proceso creativo e intelectual”, confiesa.
La segunda parte de la muestra está compuesta por veinte fotografías que tomaron los chicos que asisten a los comedores, sin ninguna capacitación previa. “Compramos 15 cámaras descartables y, a través de nuestro banco de alimentos, teníamos una lista de comedores. Elegimos los que estaban más comprometidos con su trabajo”, cuenta Alvarez. Luego, se reunieron con los coordinadores y “les dimos dos cámaras descartables a cada uno para que el chico que quisiera sacara fotos de su realidad, que tomara imágenes de lo que quisiera”, comenta el presidente de la asociación. Así pueden verse fotografías de chicos lavando platos en un comedor, la intimidad de una casa precaria, una nena haciendo las tareas del colegio y una canchita de fútbol. “Una es un autorretrato de un chico que estaba en un correcional de menores y tenía un montón de marcas en el cuerpo. Se cortaba él mismo. Cuando le preguntamos por qué, él decía que estaba más feliz en la enfermería que en el calabozo. Entonces, se cortaba para que lo llevaran a la enfermería”, explica Alvarez.
Uno de los chicos que participó es Danielito, de 13 años. Vive en el Barrio 22 de Enero, un asentamiento de La Matanza que tiene casi veinte años de existencia, y donde todos los días se las arreglan como pueden nada menos que 6000 habitantes. Danielito se confiesa amante del cine y apasionado del fútbol, aunque un problema físico le impide practicar ese deporte todo lo que quisiera. “Puedo jugar, pero un ratito”, explica. “Pero también juego a las bolitas”, cuenta. Danielito sacó 24 fotos y una de ellas integra la muestra. “Las que están en la foto son Sole, Antonella y la del medio es María. Son amigas mías que les saqué las fotos en el comedor”, comenta entusiasmado. A Danielito la idea lo divirtió: es la primera vez que saca fotos.
La muestra se completa con tres pequeñas esculturas de la artista plástica Mariana Nobre, trabajadas en un metal oxidado. Representan tres figuras esqueléticas con un agujero en la panza, sin estómago, el símbolo de la desnutrición. La misma palabra que hace tres años resonó en el corazón de Alvarez y otros estudiantes universitarios –en ese momento– al ver la famosa foto de la niña tucumana que sacudió al país. A partir de entonces, crearon la Asociación De Todos para Todos, al sentirse sensibilizados por una realidad angustiante que sigue llevando a muchos chicos a una muerte prematura por falta de alimentos. Son los juanitos de hoy, los que habitan en un mundo sometido a las reglas de un mercado salvaje, en más de un sentido.