–Más allá de las cuestiones evidentes, ¿qué diferencia a este libro de los otros? ¿Cuál es, en el marco de la visión totalizadora que pretende de su obra, la vuelta de tuerca?
–Mi mayor interés fue poner en práctico lo que llamo la técnica de la complejidad sencilla, es decir, qué cosas muy complicadas puedan leerse de una manera muy sencilla. De la misma manera que en los coches buenos no oímos el ruido del motor.
–¿La complejidad está vinculada a las cuestiones o el tema que se aborda?
–Sí, fundamentalmente con eso. Con lo que uno de propone contar, con ciertas ideas que deben hacerse carne en los personajes pero de una forma muy natural. Eso me propuse aquí, tratar naturalmente temas o ideas de extrema complejidad.
–Algunos críticos consideraron a ésta su mejor novela. ¿Un autor comparte una opinión de ese tipo?
–Yo creo que en un puzzle no hay piezas menores. Agradezco los cumplidos, pero creo que esas escalas no favorecen a la literatura. ¿mejor en relación a qué? Creo que, en todo caso, es una pieza más de mi obra que a esta altura puedo analizar con cierta perspectiva. Y finalmente importa eso, esa visión más global.