CULTURA
Los concursos y las capillas
–¿Usted considera que los concursos son una plataforma real de lanzamiento para escritores que se mueven en los márgenes del circuito editorial o pretenden darse a conocer?
–Yo creo que sí, aunque comprendo los cuestionamientos que se hacen a menudo sobre su transparencia. Creo que les da a los autores que están por fuera del circuito la posibilidad de entrar, ése ha sido mi caso, lo creo sinceramente. Por supuesto que no puedo decir que en esta calle no hay ningún corrupto: los habrá. Pero que haya un corrupto entre cientos de hombres no debería hacernos pensar que todo es una trampa. Yo he sido jurado de muchos concursos, y puedo decir que los mecanismos de selección no son para nada arbitrarios.
–Usted declaró que, incluso, actualmente éstos cubren una suerte de red cultural o de plataforma, que antes centralizaban las revistas literarias...
–Pues sí, creo que los concursos están formando un entramado que contiene a los jóvenes y los invita a ser parte. Las revistas son cada vez menos. Y las que existen están crecientemente dominadas por los autores ya consagrados, por las capillas de escritores autorreferenciales que se protegen mutuamente. Por eso ganar un concurso es tan satisfactorio: es como abrirse paso de un puñetazo. Es decir Aquí estoy, y me planto.