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Estos cuarenta años en noventa minutos
En Fidel, la historia no contada, el compendio de imágenes y testimonios proyecta una visión esclarecedora del proceso revolucionario en Cuba y el impacto que generó en muchos países de América latina, que se inspiraron en los postulados del socialismo implementados en la isla. En la primera gira a los Estados Unidos, Nixon describió a Fidel como “un comunista que debía ser derribado”. La prioridad inicial de la revolución fue la distribución de la tierra (bajo Batista los extranjeros poseían el 70 por ciento), que alcanzó a la propia familia de Castro. “Mi padre decía que tenía un hijo estudiando para abogado, para que defienda mis intereses. Y mire el abogado... fue el que firmó la Ley de Reforma Agraria”, recuerda Ramón, uno de los hermanos de Castro. La CIA se encargó de difundir uno de los tantos rumores falsos con los que atacaba a Cuba: la revolución quitaría la patria potestad sobre los hijos. Estados Unidos y la Iglesia Católica organizaron lo que se llamó después operación “Peter Pan”: 15.000 niños cubanos fueron enviados solos en avión a los Estados Unidos.
Durante su segunda visita al país que se perfilaba como enemigo número uno de Cuba, en 1960, Fidel fue echado del hotel Sheburne (Nueva York) y amenazó con acampar en el predio de la ONU. En Harlem, al contrario, el dueño del hotel Theresa le ofreció hospedaje gratuito y, desde entonces, el barrio negro delira cada vez que Castro los visita (“¡Cuba sí, bloqueo no”, cantan en Harlem). “¡Cómo me voy a aparecer en Harlem vestido de caballero!”, dice Fidel, vestido con su ropa de fajina. Hasta miembros de la policía de Nueva York, asignados para protegerlo, en el cincuenta aniversario de las Naciones Unidas, se sacaron fotos con el líder cubano. “El bloqueo es una acción que se dirige contra una nación entera, contra millones de personas. Y si el precio del bloqueo sería yo, es un precio económico. Yo estaría dispuesto a negociar mi vida, lo que no estaría dispuesto es a negociar la revolución, a negociar el socialismo, a negociar los principios”, advierte Fidel.
En los 90 minutos que dura el film hay imágenes sobre las consecuencias del bloqueo en la isla y el período especial, la emoción contenida de Fidel cuando llegaron los restos del Che Guevara a Cuba, la Plaza de la Revolución, adornada con fotos del Papa y del Che, durante la visita del papa Juan Pablo II (en 1998) y la visita de Castro a Sudáfrica, donde se encontró con Nelson Mandela. “Al final, la gente tendrá que reconocer que fuimos firmes, que defendimos nuestras convicciones, que defendimos nuestra independencia y quisimos hacer justicia, que fuimos rebeldes. Y si a David se lo recuerda porque luchó contra Goliat, a los cubanos, que constituimos un David mucho más pequeño contra un Goliat mucho más grande, se los tendrá que recordar tanto como se le recuerda a David”, augura el líder cubano en el final del documental.
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