Es poco probable que, por estas horas, tal como sucedió hace exactamente 30 años, Marcelo Araujo, Fernando Niembro, Adrián Paenza y demás buscadores de puntas de ovillos truchos anden espiando por las cerraduras o hurgueteando por los albañales para encontrarle “explicaciones” al 6-0 del tercer milenio que de nuevo tuvo como protagonista al fútbol peruano. Esta vez fue el martes contra Uruguay y por las Eliminatorias para el Mundial de 2010 así como en 1978 fue contra Argentina durante la Copa del Mundo.

Esta vez no hubo, como en 1978, un tiro en el poste del peruano Juan José Muñante cuando Ubaldo Fillol estaba sin chances a poco de empezar el partido, que para la lectura de los “detectives” seguramente se debió a la excelsa puntería del delantero peruano que intentó justamente pegarle al poste y no hacer el gol. Esta vez tampoco están el futbolista peruano Rodolfo Manzo ni el ex boxeador argentino Jorge Fernández que “colaboraron” con los “investigadores” de 1978.

De todas maneras, si les interesa, podrían consultar con Nolberto Solano, de paso por Boca en el fútbol argentino, últimamente en la liga inglesa y que además de protagonizar un deplorable episodio fotográfico previo al partido en flagrante reivindicación de la violencia sufrió el 0-6 en el Estadio Centenario. Y como no jugó Kempes, pregúntenle a Forlan. Tampoco intentarán descalificar lo del supuesto “arreglo” de 1978 consultando a quienes como Juan Carlos Oblitas y Teófilo Cubillas se encargaron prolijamente y en su momento de desmentir a los suspicaces y a los mal intencionados. O preguntar cuándo parte el próximo embarque de trigo desde Montevideo rumbo a Lima. Pero, claro, no fue el partido perfecto con resultado 0-0 que ellos pregonan como verdad revelada. Ni aquél ni éste.

Para neutralizar un poco su ignorancia, sería saludable que todos estos que adscriben al tacticismo a ultranza revisen menos videos con jugadas preparadas, y relean de vez en cuando –aunque quizá no lo entiendan– Fútbol, dinámica de lo impensado, de Dante Panzeri, que es, justamente, de lo que se trata, no solamente este 6-0, y aquel de 1978, sino un montón de cosas más que, quienes hacen el amor invariablemente con la luz apagada, jamás podrán entender.