El caso Sebastián Nayar fue el disparador hace diez días. Pero esta semana, con el retorno de la mayoría de los planteles para los inicios de las pretemporadas, otros dos ejemplos similares terminaron de sembrar la alarma en las distintas instituciones. Oscar Ahumada, pieza clave en el River campeón, y Martín Bravo, uno de los goleadores del Clausura, se declararon libres y ya no volvieron a sus clubes. Por eso, Julio Grondona está moviendo sus influencias en la FIFA, el martes habrá una reunión de urgencia del Comité Ejecutivo y Futbolistas Argentinos Agremiados para tratar la cuestión y ya se habla de un lockout de los clubes para que no comience el Apertura. El miedo de un éxodo de futbolistas con beneficio cero para los clubes argentinos está latente.

En una nota del jueves 3 de julio titulada “Ahora vienen por los pibes”, PáginaI12 advirtió el peligro del precedente que significaba el caso Nayar. El juvenil de Boca, con un partido en la Primera, se autodeclaró libre y, un día después de que se terminara su contrato con el club, firmó un vínculo con el Recreativo de Huelva, desconociendo la histórica cláusula del 20 por ciento que rige desde hace más de tres décadas en el fútbol argentino. Hasta ahora, los clubes gozaban de una prórroga contractual por dos años más luego de concluido el vínculo, con un incremento del 20 por ciento en favor del futbolista en ese período. “Nos están robando el patrimonio. Hay un grupo de gente sin escrúpulos, que encontró la vuelta para sacar provecho de esta situación. Si no se soluciona esto pronto, la situación de los clubes argentinos se va a complicar”, sostuvo ayer en radio La Red el presidente de Boca, Pedro Pompilio.

El lunes, el problema se multiplicó por dos. Utilizando el mismo argumento que Nayar, Ahumada no se presentó al entrenamiento de River y desató un nuevo foco. Y Bravo, que debía reincorporarse a Colón luego de su préstamo en San Martín de San Juan, tomó la misma decisión y ayer se lo anunció como nueva figura de Pumas de la UNAM. “Los casos de Ahumada y Bravo son paradigmáticos y capaces de poner en jaque a toda la estructura del fútbol argentino”, afirmó en el programa Despertate el presidente de Colón, Germán Lerche. Está claro que el conflicto traspasó los límites de los clubes y llegó hasta la calle Viamonte. Incluso, por lo bajo varios dirigentes deslizan la posibilidad de no comenzar el próximo torneo, como forma para presionar a los jugadores para evitar este tipo de prácticas.

Ante este panorama, Grondona se hizo eco del pedido de los clubes afiliados. La primera decisión es no entregar los transfers de los futbolistas, aunque es casi seguro que, de todas formas, la FIFA los habilite provisionalmente hasta que el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) se expida. Y en casi todos los antecedentes, los fallos del TAS terminaron favoreciendo a los jugadores. La movida argentina es buscar una manera de que los clubes europeos tengan alguna restricción para contratar a los jugadores locales, al menos hasta que cumplan 25 años.

“No se puede medir igual a los clubes europeos que a los sudamericanos y africanos. Acá no le podemos pagar a un juvenil 15.000 pesos por mes. La FIFA debe fallar en favor de Boca, Nayar es jugador del club”, explicó Pompilio. “No está en juego el patrimonio de Colón o de River, lo que está en juego es el patrimonio del fútbol argentino todo”, remarcó Lerche.

La otra medida de la AFA es reunir a los dirigentes y a las autoridades de Agremiados, para buscar un nuevo esquema de contratos. “Hay que tratar de lograr un aggiornamiento del convenio”, señaló ayer Grondona para explicar la reunión del martes. El máximo dirigente de la AFA encontró en los representantes al gran enemigo. “Quieren convencernos de que, si en Europa se firma por cinco años, lo mismo tiene que pasar acá. Es imposible. Vos acá lo podés hacer, como mínimo, a los 23 años, porque vos ahí sabés si el jugador vale o no”, explicó el vicepresidente de la FIFA. “Si acá los jugadores ganan 500 pesos y en Europa les dan 1000, se van y se terminó la historia. ¿Cómo puede ser? ¿Cómo se pueden meter ellos en la casa nuestra?”, se preguntó el dirigente.

La bronca de Grondona tiene que ver con que, muchas veces, los jugadores se ampararon en el convenio actual, el mismo que ahora pretenden desconocer. “Hay un sistema respaldado por el Convenio Colectivo de Trabajo, por los jugadores y los clubes. Ahora, cuando hay algo que puede favorecer en cualquier parte del mundo a los clubes, te dicen ‘eso no se puede hacer’. Pero cuando tiene que favorecerse a los jugadores, se deja el Convenio”, se quejó el dirigente. El conflicto está en marcha y la solución no parece visible a corto plazo.