DEPORTES › CóMO FUE LA HISTORIA SECRETA DE LA RENUNCIA AL SELECCIONADO ARGENTINO
El técnico se vio defraudado en el último tiempo por los más jóvenes, que llegaron a burlarse de él a sus espaldas. El conductor esperó un respaldo de Julio Grondona el mismo jueves, pero ese llamado nunca llegó.
› Por Pablo Vignone
Transcurrían 35 minutos del segundo tiempo del partido en el Estadio Nacional de Santiago cuando las cámaras de TV lo enfocaron. Con serenidad –desconcertante para los millones de televidentes que estaban asistiendo a una dolorosa derrota de la Selección argentina– encendió un cigarrillo, pitó y consultó su reloj. Todo, sin echarle una ojeada a lo que ocurría en el campo. En ese momento, Alfio Basile estaba decidiendo internamente su renuncia al cargo de entrenador del equipo nacional, hastiado de las críticas de lo que considera una campaña en su contra de parte de la prensa, resignado a no poder superar las brechas que lo separaban de un plantel muy joven, concretando la decisión que había tomado ya, inclusive, después del empate contra Perú en Lima, un mes antes, y que una charla con Julio Grondona logró postergar. Esta vez, la determinación fue irrevocable.
La presentación de Basile en la conferencia de prensa posterior a la derrota no dio pistas sobre la convicción a la que el entrenador había arribado. De hecho, ni siquiera criticó a sus jugadores, aunque para algunos la frase “parecían 15 contra 10”, cuando elogió al equipo chileno, resultó una crítica elíptica a la falta de entusiasmo de los futbolistas argentinos.
Pero una vez en el avión de regreso a Buenos Aires, Basile le avisó al dirigente de Argentinos Luis Segura que había decidido renunciar. Ya lo sabían sus ayudantes de campo, Rubén Díaz y Jorge Ribolzi. Segura le pidió que esperara para comunicarlo hasta que lograra hablar con Grondona. El ex entrenador de Boca esperó toda la mañana del jueves a que el presidente de la AFA lo respaldara, no ante los medios como había venido haciendo, sino directamente, frente a frente, cara a cara. Ese llamado nunca llegó. De haberse producido, Basile podría haber reconsiderado su idea.
A media tarde, cuando los rumores arreciaban pero no había confirmación, Diego Maradona mandaba correos electrónicos a amigos suyos en el periodismo. “El ciclo terminó”, afirmaba. La relación entre Maradona y el novio de su hija Giannina, Sergio Agüero, lo tenía al tanto de lo que sucedía. A la noche, en su casa de Palermo, Basile refrendaba su decisión ante Segura.
Basile se sintió defraudado por los jóvenes, tanto Agüero como Lionel Messi, con los que sintió que no podía establecer una comunicación adecuada a causa de la diferencia generacional ni tampoco manejar en términos futbolísticos. Se dice que el entrenador era consciente de que los jugadores se burlaban a sus espaldas de sus conceptos y su manera de trabajar. Y que la interna dura de la Selección, que oponía a Messi con Juan Román Riquelme, estaba relacionada con su favoritismo por el astro de Boca. Casualmente, Riquelme no estuvo en Chile y Basile le confió la conducción del equipo a Messi. El resultado está a la vista y el ahora ex entrenador decidió que ésa era la última decepción. “A mí me gustan los bajitos, pero no le hacen un gol a nadie”, había dicho en confianza no hace mucho, cuando se sentía atrapado por la contradicción: por convicción quería incluirlos a todos en el equipo, pero sentía que no le resolvían los partidos. Por eso probó con Diego Milito, y terminó con ensayos más extraños, como los de Gonzalo Bergessio o José Sand.
Además, no le caía muy simpático el respaldo que Grondona le había dado a Messi en el vestuario del partido contra Ecuador: Basile sentía que eso le quitaba margen de maniobra si, eventualmente, quería sacar al jugador del Barcelona del equipo. El rosarino le mandó un típico mensaje ayer al llegar al aeropuerto de El Prat: “Hacía tiempo que no jugábamos bien, a lo mejor hacía falta un cambio”.
En unos días, Basile se recluirá en su casa de Punta del Este. Sus allegados saben de su idea de no volver más a dirigir (aunque haya dirigentes de Boca que sueñan con contratarlo en diciembre). Algunos, inclusive, subrayan la honestidad del entrenador, “que podría haber aguantado una semana más, dejar que la tormenta pasara, esperar hasta el próximo partido de Eliminatorias en marzo y de paso seguir cobrando. Pero ya no daba para más”. Las críticas después de la victoria contra Uruguay lo habían dejado a un paso del desánimo. El trámite del partido en Chile dejó de interesarle mucho antes del final, cuando encendió el cigarrillo y miró el reloj.
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