Julio Grondona viajará el próximo fin de semana a Zurich, Suiza, con un borrador bajo el brazo y el objetivo de que la FIFA le haga un guiño a su proyecto de nuevo Convenio Colectivo de Trabajo que, desde la temporada 2009/2010, regirá el futuro de los futbolistas argentinos y la AFA. Es la herramienta que también les permitirá a los clubes defenderse de la sangría de juveniles que pierden todos los años, y que se van al exterior. El dato no es menor: el presidente quiere asegurarse de que lo acordado aquí entre Agremiados –el sindicato de los jugadores– y su asociación se ajusta a las normas internacionales que se impondrán a partir del año que viene. Después vendrá la homologación del Ministerio de Trabajo, un mero trámite cuando las partes coinciden en la modificación de una ley.

Durante todo 2008 se discutió entre la AFA y los principales dirigentes de Futbolistas Agremiados cómo aggiornar el Convenio Colectivo de Trabajo 430/75 –que ya tiene 33 años– y de qué modo adecuarlo a hechos consumados, como la descapitalización de los clubes por la pérdida de sus mejores valores del semillero. El Comité Ejecutivo que preside Grondona aprobó los cambios, que incluyen las prórrogas para los primeros contratos de jugadores jóvenes (hasta los 23 años). Ese es uno de los puntos centrales del acuerdo con el sindicato. Después, los futbolistas se quedarán con el pase en su poder.

Si se toma en cuenta el poder de Grondona en la FIFA, todo indica que el nuevo convenio colectivo será bendecido en el altar de la corporación futbolera. “Fueron varios los artículos que se cambiaron. Julio lleva el proyecto a Suiza para ver qué le dicen, pero no habría problemas con su aprobación”, le confió a Página/12 el presidente de Lanús, Alejandro Marón, especialista en este tipo de temas.

Otro tanto dijo Carlos Pandolfi, el presidente de la obra social de los futbolistas: “Falta que se firme el convenio, pero entrará en vigencia en la temporada 2009/2010. Está todo arreglado”. Para el veterano dirigente sindical, que ingresó a Agremiados por primera vez en 1967, “nosotros empujamos bastante para hacer los cambios, anticipándonos a lo que se venía. En la AFA hubo clubes que lo entendieron rápido, como Lanús, que les extendió sus primeros contratos como a diecisiete pibes, pero otros se quedaron bastante”.

El 12 de septiembre pasado, ya en paritarias, Agremiados y la AFA habían acordado los salarios básicos de convenio para los futbolistas profesionales de Primera A, B Nacional y Primera B que rigen desde el 1o de julio de este año. Estos son los valores: en la máxima categoría 3000 pesos para el primer contrato; en la siguiente 2000 y en la restante 1500, siempre por el mismo concepto.

En agosto pasado, Marón, también secretario de Asuntos Legales de la AFA, había escrito en la revista de la asociación: “La Federación Internacional ha regulado a través de distintas normativas que la edad de formación del jugador es a partir de los 12 años y que el momento límite para dicha etapa son los 23 años de edad del futbolista. Asimismo, nuestra legislación nacional permite la celebración de contrato profesional a partir de los 16 años de edad”.

Marón afirma más adelante que “en esa inteligencia se propone a través del consenso logrado entre las partes signatarias del convenio colectivo ir hacia un sistema contractual en el que convivan el contrato con opción de prórroga durante la etapa de formación en la que se permite realizar contrato profesional (entre los 16 y los 23 años), y luego el contrato a plazo fijo para aquellas vinculaciones con futbolistas que a la fecha de la firma del contrato hayan cumplido la edad de 23 años”.

El presidente de Lanús también considera que debe crearse “la Cámara de Resolución de Disputas a nivel local, con participación paritaria de los futbolistas y de la Asociación del Fútbol Argentino. En dicha instancia se podrían resolver los litigios entre futbolistas y clubes siempre que no se encuentre presente un rasgo de internacionalidad”.

La cuestión pasa por mantener un delicado equilibrio entre la realidad local y las normas que, de hecho, imponen los principales clubes del mercado europeo. Argentina, país proveedor de futbolistas y potencia en ese rubro, pretende defender los intereses de sus instituciones y que no pierdan su capital más preciado a manos de empresarios que buscan ganar dinero en un santiamén. No será fácil. Ni aun con el nuevo paquete de medidas que Grondona lleva a la FIFA.