La “carta femenina” podría ayudar a que Argentina recupere su cada vez más escaso peso en el movimiento olímpico mundial. Alicia Masoni de Morea, presidenta interina del Comité Olímpico Argentino (COA), aspira a convertirse en octubre de este año, durante la 121° asamblea general del Comité Olímpico Internacional (COI) en Copenhague, en uno de los 115 miembros del exclusivo “club” que manda en el deporte mundial.

Y tiene razones para creer en sus posibilidades. Jacques Rogge, presidente del COI, la conoce bien, y el hecho de ser mujer la favorece: de los 115 miembros del COI, 100 son hombres. Faltan mujeres. “Argentina será considerada pronto. Sí, absolutamente”, aseguró Rogge. “El COI impulsa con fuerza a las mujeres a que disputen posiciones de autoridad e influencia en las organizaciones deportivas”, resaltó Emanuelle Moreau, vocera del organismo olímpico.

Desde la muerte, en 2007, de Antonio Rodríguez –un coronel que durante 28 años presidió el COA–, Argentina no cuenta con miembros del COI, al que se accede gracias a una red de contactos e influencias. Es, junto a Venezuela, el país más importante de América latina que está fuera del organismo. La integrante de Las Leonas Luciana Aymar fracasó en agosto en su intento de ingresar como representante de los deportistas. De los 115 miembros del COI, 12 son latinoamericanos: dos mexicanos, dos brasileños, dos cubanos, un peruano, un dominicano, un guatemalteco, un uruguayo, un panameño y un colombiano. Hay, además, un puertorriqueño de gran poder, Richard Carrión.

Incorporarse al COI como miembro es todo un desafío, un proceso con reglas y méritos de difícil definición. “Hay una serie de prioridades que debemos tener en cuenta”, indicó el presidente del COI, antes de insistir en que Argentina tendrá una posibilidad: “Creo que será considerada”. Pero a las dificultades propias de los mecanismos internos del COI se suman las que se autogenera Argentina, que no cuenta con un candidato único para el puesto, sino con cuatro.

El COA, cuando Rodríguez aún vivía, presentó una terna integrada por Morea, su entonces vicepresidenta primera; Omar Vergara, vicepresidente segundo; y Mario Moccia, tesorero. Rodríguez se molestó mucho al enterarse de que un cuarto candidato, José Luis Marcó, había sido presentado en forma personal por el francés Jean Claude Killy, miembro del COI y varias veces campeón mundial de esquí. Marcó cuenta con una dosis no despreciable de prestigio en el movimiento olímpico.

“Me parece que tener cuatro candidatos nos debilita”, admitió meses atrás Moccia, subjefe de la misión argentina en Beijing 2008. Morea coincide, y aspira a ser la candidata única que presente Argentina, aunque la teoría diga que los miembros del COI no representan a su país, sino precisamente al COI en sus respectivos países. Entrar como representante del tenis –su deporte– no le será sencillo a Morea. “Haremos todo lo posible por sumar más gente del tenis al COI, pero ya estamos yo y Shamil Tarpishev”, comentó Francesco Ricci Bitti, presidente de la Federación Internacional de Tenis (ITF).

Por eso, la “carta femenina” es clave para Morea, que integra la Comisión de Educación y Cultura del COI y pretende ser confirmada en la elección de este año como presidenta del COA. Sólo hay 11 mujeres presidentes en los 205 comités olímpicos nacionales, cinco de pequeños países africanos, pero también de Estados de rango intermedio como Indonesia, Holanda, Bulgaria, Noruega y Argentina o de una potencia del atletismo como Etiopía.

“Necesitamos candidatas”, insistió la vocera Moreau. “Y sólo recibimos unas pocas.” Un mensaje del que tomará nota Morea, decidida desde hace años a ser miembro de uno de los clubes más exclusivos del planeta.