Vie 20.03.2009

DEPORTES

El debate sobre la violencia en el fútbol

Por Santiago Uliana *

A desarmar la complicidad

La dificultad para encontrar un camino que conduzca a controlar y reducir las innumerables situaciones de violencia que se suceden semana tras semana en nuestro fútbol, ha llevado a la AFA a impulsar un alocado proyecto de empadronamiento de hinchas, que consiste en la identificación de las personas que deseen concurrir a los estadios mediante una tarjeta personal.

Como primer punto sobre esta medida, hay que señalar que la propuesta expresa la profundización extrema de un modelo de organización del espacio futbolístico basado en la militarización de los estadios y el control policial permanente de los hinchas. A su vez, también refleja el rotundo fracaso y agotamiento de una forma de tratamiento del problema de la violencia en el fútbol asentado en un carácter meramente represivo. A las pruebas me remito: 234 casos de muertes en el fútbol y una media anual que supera los cinco muertos desde 1967 hasta la fecha. Datos que demuestran a las claras, cuanto menos, la ineficacia de los métodos en el tratamiento de la violencia implementados por la AFA, la policía y los organismos de seguridad.

La violencia en el fútbol, cuyo síntoma más dramático son los muertos, constituye una problemática de Estado, porque precisamente está en riesgo la vida de las personas. En tiempos de democracia, el camino hacia una solución duradera requiere de la elaboración de políticas públicas de carácter más inclusivo y menos represivo, donde el foco esté puesto en apuntalar los componentes festivos del ritual futbolero de los domingos, combinado con una fuerte dosis de voluntad que desarme la trama de complicidades entre las barras bravas y la política.

* Sociólogo UBA. Miembro de la ONG Salvemos al Fútbol.


Por Diego Bonadeo

¡Que se vayan todos!

Crear una comisión o, lo que es casi lo mismo según los casos, un instituto, un servicio –con perdón de la palabra– o algo por el estilo, solamente para profundizar el gatopardismo, parece ser, por estos tiempos, una necesidad casi imperiosa de quienes casi permanentemente hacen como que hacen.

Un instituto como el de Estadística y Censos (Indec) que entrega mensualmente datos por lo menos equívocos, un servicio como el Meteorológico que ni siquiera pronosticó por aproximación la nevada del 9 de julio de 2007 en Buenos Aires y en mucho tiempo apenas acertó algún eclipse o “persistentes y aisladas lloviznas”, y una comisión como el Coprosede que debiera ocuparse de la “seguridad deportiva” (término que habría que aclarar de una vez por todas) no son más que organismos (otra palabreja de aquellas) cuyas conclusiones –salvo alguna aislada excepción– son absolutamente tangenciales a las necesidades de la mayoría de la población. Quien esto escribe ya hizo referencias a quienes supuestamente debieran ocuparse de la seguridad de los bonaerenses en las cuestiones vinculadas con el fútbol, a raíz del apriete de los barrabravas al plantel de Racing diez días atrás y las inexplicables explicaciones e inexcusables excusas del Coprosede respecto del episodio.

El lunes ocurrió otro episodio, esta vez en las tribunas y durante el partido Merlo-Morón, y el Coprosede, a través de un dialécticamente galimático policía que en apariencia regentea el organismo, volvió a las inexplicables explicaciones y a las inexcusables excusas al justificar –aunque sin decirlo taxativamente– a la dirigencia del club local por ejercer ilícitamente el derecho de admisión con una parte de los asociados, mientras que la facción contraria no pudo ingresar al estadio, lo que provocó la gresca. ¡Que se vayan todos!

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