Mar 25.08.2009

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Discursos

› Por Gustavo Veiga

Leer un discurso puede tener sus ventajas. Aunque pierda frescura, no se fije la mirada en el auditorio y el mensaje se torne solemne. Leer achica el margen de error. Deja la improvisación subordinada al papel. Hasta se puede medir el tiempo de lectura. Julio Grondona abrió así el acto del jueves pasado en Ezeiza, cuando presentó el acuerdo entre el gobierno nacional y la AFA por el nuevo orden televisivo. No es un orador versado.

Al dirigente se lo notaba un tanto nervioso, acaso porque dijo que era el día más importante en la historia de la AFA, su historia de treinta años. Leyó de corrido, como apurado, casi sin levantar la vista y tomó aire cuando terminó.

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner lo escuchaba desde una mesa que compartía codo a codo con Diego Maradona. Se esforzaba por prestarle atención. Después le llegó su turno para hablar de la “democracia incompleta” sin fútbol televisado y gratuito, para felicitar a los dirigentes de la AFA por “su valor” y compararlos con otros sectores de mayor responsabilidad institucional que no lo tienen; también para dedicarle un párrafo a su “Gimnasia”. Todo estaba dentro de lo esperable. Incluida la discutible exaltación de una presunta valentía que la AFA mostró para rescindir el contrato leonino que la unía al Grupo Clarín. Dieciocho años duró, dieciocho.

El problema surgió cuando la Presidenta apeló al verbo secuestrar para trazar una analogía. He aquí la frase literal citada por Télam: “Que solamente el que pueda pagar pueda mirar un partido de fútbol y que además te secuestren los goles hasta el domingo aunque pagues igual, como te secuestran la palabra y te secuestran las imágenes, como nos secuestraron y desaparecieron a 30 mil personas. Yo no quiero una sociedad más de secuestros, ni de personas, ni de palabras, ni de imágenes, ni de ideas, quiero una sociedad cada día más libre”.

Dos militantes de reconocido compromiso con los derechos humanos, Adolfo Pérez Esquivel y Adriana Calvo, utilizaron las palabras “barbaridad” y “banalización” para calificar lo que dijo la Presidenta. No hablaron en nombre de la oposición política partidaria, que también cuestionó semejante comparación. Lo hicieron porque tienen legitimidad y trayectoria en la lucha contra la última dictadura.

Los 30 mil desaparecidos no son equiparables con las imágenes secuestradas por dos empresas. Está muy claro menos en ciertos discursos.

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