DEPORTES › EDGARDO ANDRADA, EX ARQUERO Y REPRESOR DE LA DICTADURA MILITAR
La historia y el escrache al ex arquero de Central y Colón, que está imputado, junto a Luis Abelardo Patti, por el secuestro y asesinato de dos militantes montoneros, y que actualmente trabaja como coordinador de las Divisiones Inferiores del club rosarino.
› Por Gustavo Veiga
Su historia tiene una semejanza notable con la de Isidoro Gómez, el personaje que interpreta en El Secreto de sus ojos el actor español Javier Godino; un represor de la última dictadura que se mimetiza entre la multitud en un estadio de fútbol (el de Huracán, aunque es hincha de Racing). Edgardo “Gato” Andrada no salió de una película, aunque su vida pueda parecer cinematográfica. Pelé lo arrastró a la fama del fútbol mundial cuando el 19 de noviembre de 1969 le marcó el gol número mil de su exitosa carrera. Antes había atajado en Rosario Central, cuando le convirtieron aquel tanto emblemático de penal lo hacía en Vasco da Gama de Brasil y después sería el arquero de Colón, hasta su retiro en Renato Cesarini. En el verano de 2008, un integrante de la patota que secuestraba gente en la provincia de Santa Fe, Eduardo “El Tucu” Costanzo, denunció su costado no difundido en la represión militar. La divulgación más reciente de la lista del Personal Civil de Inteligencia (PCI) que cumplió esa tarea entre 1976 y 1983 transformó la sospecha en certeza. El arquero figura en ella.
En el 34º aniversario del golpe, militantes de la Unidad Antirrepresiva por los Derechos Humanos (UADH) lo escracharon en su domicilio del sur de Rosario. A los 71 años, Andrada trabaja como coordinador en las Divisiones Inferiores del club donde debutó en Primera. “Yo no tengo nada que ver con lo que se me está acusando. Este señor Costanzo desvaría, habla sin saber y no sé por qué me involucró en todo esto. Participé en el Ejército pero no es pecado formar parte de esa fuerza”, esgrimió en su defensa cuando lo entrevistó el periodista Gustavo Yarroch el 14 de febrero de 2008. El represor que lo delató lo había acusado de participar en un hecho preciso: el secuestro, desaparición y muerte de los militantes montoneros Osvaldo Cambiasso y Eduardo Pereyra Rossi, el 14 de mayo de 1983. El episodio más resonante de esas características ocurrido durante los últimos meses de la dictadura. Andrada negó todo, pero sólo robusteció las versiones que lo involucraban en la represión ilegal.
El arquero que supo gozar de un casi unánime reconocimiento futbolero y de quien todavía hoy se ofrecen posters en Mercado Libre sacados de alguna vieja revista El Gráfico, se desempeña en el semillero de Rosario Central. Quienes le siguen los pasos –ya no como técnico y sí como represor–, señalan que no puede formar jóvenes que juegan en los torneos de la Asociación Rosarina de Fútbol desde su cargo de coordinador del fútbol amateur. Horacio Usandizaga, el visceral presidente del club, no piensa lo mismo. Cuando el periodista de Rosario/12 y NotiExpress, Alejo Diz, le preguntó por Andrada, dijo amparándose en elementales nociones del derecho: “Es empleado del club. Vi las denuncias que tiene. Pero a él le asiste el principio de inocencia. No puedo hacer otra cosa”.
Para los jóvenes de la UADH, el ex número uno que defendió el arco de Central en 184 partidos, no es una gloria del fútbol. Los afiches que repartieron en las inmediaciones de su casa de la calle Rui Barbosa, al sur de Rosario, señalan: “Edgardo ‘Gato’ Andrada, ex arquero de Colón de Santa Fe, Rosario Central y Vasco da Gama (Brasil). Hoy es coordinador de las Divisiones Inferiores de Rosario Central, es decir que está a cargo de chicos que practican fútbol en el club. Pero además: Personal Civil de Inteligencia del Ejército (PCI) durante la dictadura militar figura en el listado oficial publicado hace poco más de un mes. Imputado, junto a Patti (Luis Abelardo) por el secuestro y asesinato de Osvaldo Cambiasso y Eduardo Pereyra Rossi en Tribunales de San Nicolás. Estuvo presente espiando en el escrache que el 24 de octubre de 2000 realizamos a Walter Pagano (hoy preso y a punto de ser condenado por genocida). Se nos escapó cuando fue reconocido”.
La calva reluciente de Andrada no cambió desde la época en que atajaba a mediados de los años ’60. A diferencia de las fotografías en que se lo ve saliendo a detener un centro con seguridad o posando en una formación de Central, ahora su cara aparece en primer plano, recortada y pegada sobre la corteza de los árboles o las columnas de alumbrado del barrio donde vive. En un comunicado que la UADH dio a conocer el miércoles pasado, sus integrantes describieron que “la mujer de Andrada tuvo la insolencia propia de los que disfrutan de impunidad al pretender recriminarnos, pero rápidamente cayó en la reivindicación de la dictadura y del criminal con el que cohabita admitiendo que el mismo era un ‘asesino de asesinos’ mientras aplaudía”.
El rumor de que el futbolista perteneció a los servicios de Inteligencia de la dictadura se conocía en Rosario desde hacía años. En la agrupación H.I.J.O.S. lo sabían y una denuncia anónima presentada en 1997 ante un juzgado bonaerense de San Martín estimulaba esa presunción. Viejos compañeros de equipo de Andrada, como Aldo Pedro Poy y Otto Sesana, se sorprendieron al escuchar la versión de que aquel arquero que les cubría las espaldas en cada partido fuera el encargado de recolectar información para el Ejército. Algunos le habían perdido el rastro cuando se fue a Brasil, la mayoría siguió su trayectoria hasta que colgó los botines a los 43 años en Renato Cesarini y unos pocos supieron de él por los diarios cuando se conchabó como asesor deportivo en la Legislatura provincial, durante la gobernación de José María Vernet.
La lista de agentes civiles de las Fuerzas Armadas que el gobierno nacional permitió conocer por el decreto 4/2010 incluye al ex arquero de Central en medio de una extensa nómina donde también aparecen funcionarios, comerciantes, empleados de la Justicia, periodistas y militantes infiltrados en partidos políticos, entre otros. La nómina está siendo investigada por el juez federal Ariel Lijo y puede transformarse en un indicio más para conocer mejor los delitos imprescriptibles que se le atribuyen a Andrada.
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