Mar 30.03.2010

DEPORTES  › FUTBOL > SUMó SU QUINTA DERROTA EN EL CLAUSURA AL PERDER COMO LOCAL

La caída de River no se frena

Argentinos acentuó el pésimo momento futbolístico del equipo de Núñez, que venía de perder con Boca. Levantó en el complemento, pero no le alcanzó para igualar con un conjunto que se lució en la primera parte.

Fue un tiempo para cada uno, si se leyó bien el partido. En el primero, Argentinos se floreó y marcó su único tanto, por intermedio de Sosa, que debieron ser dos, ya que el árbitro Abal le anuló un gol lícito al delantero. En el segundo, River reaccionó, aprovechó el quedo de Argentinos y pudo haberlo empatado... pero perdió. Y ese resultado adverso, el quinto que suma el equipo de Leonardo Astrada en las once fechas del Clausura 2010, agrega más presión a la situación ya comprimida por la derrota ante Boca en el superclásico.

De nada sirvió el aliento del inicio del partido, porque de principio a fin del primer tiempo todo fue de Argentinos. Almeyda no pudo cortar nunca el circuito de Juan Mercier y Néstor Ortigoza, los volantes abiertos de Argentinos ganaron siempre, y los delanteros, con un Calderón muy despierto, estuvieron muy punzantes. La velocidad de Sosa, el atrevimiento de Coria y la intención de juego fueron una pesadilla para River.

El único tanto del partido no sorprendió a nadie. Se inició en un pelotazo cruzado de Ortigoza, que bajó con categoría Calderón, quien habilitó en forma perfecta a Sosa. En el área, el delantero definió con un tiro bajo cruzado que superó la estirada de Vega.

La ventaja no fue superior porque Abal anuló un gol de Sosa por sancionar una posición adelantada insólita, ya que el delantero de Argentinos recibió el pase cuando estaba detrás de la línea de la pelota y, por lo tanto, habilitado.

Para el segundo tiempo, Astrada sacó a los inexpresivos Rojas y Canales, para darles la oportunidad a Mauro Díaz y Daniel Villalva. Los dos juveniles le dieron otro cambio de ritmo, aunque sus compañeros no mostraron la misma sintonía. Argentinos comenzó a manejar la pelota lejos de su arco, aunque sin generar situaciones de gol.

River creció merced al esfuerzo de Pereyra y las ganas de Díaz, pero Funes Mori volvió a carecer de puntería y su último cabezazo, que pudo ser el empate, fue bien contenido por Ojeda. Los silbidos e insultos del final fueron el corolario de una nueva caída.

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