DEPORTES › LA CRUDA REFLEXION DEL ENTRENADOR ARGENTINO TRAS EL DESASTRE DE CIUDAD DEL CABO
Golpeado como nunca, Maradona reaccionó con contradicciones en su conferencia de prensa. Amagó con renunciar, pero de inmediato dijo que debía meditarlo con su familia, no le dio crédito a Alemania y defendió a Messi, pero elípticamente lo criticó.
› Por Sebastián Fest
Los ojos enrojecidos y la voz rota: Diego Maradona reaccionó con contradicciones y sin generosidad con el rival tras estrellarse ayer en su gran escenario, el Mundial de Fútbol, bajo el peso de una goleada histórica. “Esto es una trompada de Muhammad Alí, no tengo fuerzas para nada”, resumió Maradona su estado de ánimo tras el 4-0 de Alemania sobre Argentina en los cuartos de final de Sudáfrica 2010.
Fue la peor derrota de la selección albiceleste en un Mundial en 36 años: hay que remontarse al choque ante Holanda el 26 de junio de 1974 en Gelsenkirchen para encontrar otro 4-0. El Maradona de las Eliminatorias también marcó un hito histórico, una derrota de 6-1 ante Bolivia en La Paz.
Maradona se demoró ayer en aparecer ante los periodistas. Normalmente el técnico perdedor habla antes que el ganador, pero el alemán Joachim Löw debió esta vez salir primero. Su colega argentino estaba aún en el vestuario, donde se hundió en llanto al igual que Leo Messi y muchos otros jugadores argentinos. “Leo ha jugado un gran Mundial. Verlo llorar a Messi en el vestuario... El que dice que Leo no siente la camiseta es un estúpido”, disparó el seleccionador argentino en el inicio de una larga serie de contradicciones.
Maradona, que volaría hoy con sus jugadores de regreso a la Argentina, sugirió en sus primeras palabras que el final del ciclo que inició en octubre de 2009 había llegado a su fin. “El final no ha sido el esperado”, aceptó Maradona. “Pero yo creo que el que venga tendrá que seguir este camino, porque es el camino que les gusta a los argentinos.”
“Maradona renuncia”, estaban a punto de contarle a todo el mundo los centenares de periodistas reunidos en Ciudad del Cabo. Un par de minutos más tarde la historia era inservible. “No, no, todavía no pensé eso, tengo que hablar con mi familia y con los jugadores. Hay un montón de cosas. Pero indudablemente que me di cuenta, como técnico y como jugador que llevo adentro, de que el fútbol que le gusta la gente es éste, llevárselo por delante, tocar y rotar. No creo que haya otra forma.”
Maradona sumaba así dos contradicciones en una frase: daba marcha atrás en la renuncia que él mismo había insinuado y pintaba un juego de la Selección Argentina que nadie había advertido en el estadio. Ni siquiera le reconoció un mérito a Alemania, a la que derrotó como jugador en la final de México ’86 y ante la que sucumbió en la de Italia ’90. “Le dimos ideas que nunca tuvo”, argumentó. “Teníamos todo estudiado de Alemania, las marcas ya definidas, y en el primer centro nos hacen el gol. Después ahí empieza otro partido.”
Maradona, el hombre que como jugador fue ídolo de millones y millones de personas durante décadas, acababa de reconocer que su selección no fue capaz de remontar un gol con 88 minutos de partido por delante.
Cuando le faltan poco más de cien días para cumplir 50 años, poco hay entonces en el Maradona entrenador que remita al jugador que no se rendía, al de los casi milagrosos títulos del Napoli, al que con un tobillo del tamaño de una pelota arrastraba a la Selección Argentina hacia triunfos que parecían imposibles.
Nadie sabe aún si será el final de la “era Maradona” en la Selección Argentina, pero si ésta sigue, Messi quizá quiera pedirle una explicación. Maradona volvió a darle una de cal y otra de arena al jugador fundamental de su equipo, a ese Messi que besa y abraza hasta la asfixia, a la estrella que, pese a las intermitencias que pudo haber mostrado, fue la gran razón de que Argentina llegara a cuartos.
Fue cuando le preguntaron si le llamaba la atención que jugadores como Wayne Rooney o el propio Messi no llevaran a sus equipos al éxito en un mundial, a diferencia de lo que sucedió con él y otros jugadores de su generación. Todo, tras admitir que en España ’82, cuando Argentina fracasó, él “era pibe” y no se daba “cuenta de las cosas”. “Ahora es diferente, no le encuentro explicación. Nosotros jugábamos mucho más para uno, y ahora el jugador es mucho más práctico y colectivo, quiere hacer todo para sus compañeros. Es la nueva tendencia, antes éramos jugadores que nos poníamos los equipos al hombro.” “Son momentos de la vida. Rooney, Messi ya se darán cuenta ellos solos, y cuando los necesite el equipo van a estar a disposición. A nosotros el Mundial nos agarró a una edad justa.” Maradona, claro está, hablaba de sus mundiales como jugador, no como entrenador.
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