Mié 01.09.2010

DEPORTES  › VERDADES Y MITOS DEL CIRCUITO TENíSTICO FEMENINO

Las chicas ya no quieren divertirse

› Por Sebastián Fest

“Estoy en la cama de Martina Navratilova y acostado con Chris Evert.” La frase tiene dos décadas y suena a irrepetible. Junto a Martina Navratilova, Chris Evert llevó a lo más alto del tenis femenino. Fue en los ‘70, cuando sentaron las bases para una generación notable que incluyó a Steffi Graf, Monica Seles, Arantxa Sánchez Vicario y Gabriela Sabattini.

Pero el tercer milenio, con la irrupción del tenis monotemático y de las jugadoras dominadas por las instrucciones de sus agentes, terminó golpeando al circuito femenino, que tiene tanta potencia y golpe plano como falta de variedad.

Aquella rivalidad entre Navratilova y Evert se tradujo en 80 partidos a lo largo de 16 años. De ahí que Navratilova le prestase su departamento en las pistas de esquí de Aspen para pasar unas vacaciones. Allí Andy Mill le confesó a Evert, más tarde su esposa, lo asombrado que se sentía en ese primer encuentro íntimo que compartían. Tiempos que probablemente no volverán.

“Estoy en la cama de Caroline Wozniacki y acostado con Venus Williams” no es una frase imaginable en Hank Kuehne, el golfista pareja de Venus. Con Serena Williams ausente del US Open, la máxima favorita del torneo es Wozniacki, una buena jugadora que sin embargo no resiste la comparación con las grandes de otras épocas.

En los ’70, ’80 y ’90 ser número dos del mundo era algo muy serio. Hoy, ya no tanto, porque se llega (y se cae de) arriba más fácil, porque las figuras duran menos, porque las rivalidades no se crean, porque las mujeres juegan mucho menos que antes.

“En nuestros tiempos jugábamos un promedio de 24 semanas al año. Ahora quizá juegan 18 de las 52”, recordó recientemente Evert en declaraciones a ESPN.com. Evert habló en respuesta a las polémicas declaraciones de John McEnroe, que días atrás sugirió que el tenis femenino debería reducir su calendario para no exigir a las mujeres “lo que éstas no pueden dar”.

“Pura basura”, respondió enseguida Billie Jean King, la pionera de un tenis femenino que, pese a su enojo, está muy lejos del que defendió y prácticamente creó. Las jugadoras “top” de hoy tienen permiso para jugar diez torneos, tres menos que el mínimo que regía hasta 2009, y su temporada se cierra en octubre, semanas antes que la de los hombres. Evert volvió a verse hace pocos días con Navratilova. La excusa fue la presentación de Unmatched, un documental de 51 minutos producido por ESPN y que se presentará el 14 de septiembre. “La belleza de nuestra rivalidad no fue sólo que jugáramos tantas veces, sino el contraste –recordó Evert, derrotada 43 de las 80 veces que enfrentó a Navratilova–. Ella era agresiva, yo era contragolpeadora. Ella era musculosa. Yo no. Ella era de un país comunista, yo era de Estados Unidos, la tierra de la libertad. Ella era emotiva. Yo era fría.”

Navratilova, que de tanto en tanto prefiere ser directa, le sumó un contraste más: “Ella era la típica chica americana y yo la lesbiana musculosa”.

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