DEPORTES
› LA SELECCION ARGENTINA EMPATO 1-1 CON GALES EN CARDIFF
Mejor una igualdad que nada
Fue un amistoso de preparación para el Mundial, y nada más. Hubo algunos hechos positivos –Caniggia, Verón, Sorín, un cachito de Riquelme– y otros no tanto, en un partido apenas discreto.
› Por Juan José Panno
Cada uno elige el color del cristal que más le guste para mirar el empate de la Selección Argentina frente a Gales. ¿Quiere mirar con verde esperanza? Hágalo que se puede. Mire y aplauda al rejuvenecido Caniggia, póngase anteojos oscuros para no encandilarse con la espectacular pared que levantaron Verón y Riquelme, observe la clase y el despliegue de Sorín, dueño del andarivel izquierdo; préstele atención a la precisa jugada del gol, compruebe que Cruz no está pintado y tome la suma de estos elementos para seguir pensando que Argentina es gran candidato. ¿Quiere mirar con negro nubarrón? También puede, claro. Mírelo a Riquelme sin reacción y fastidioso cuando lo enciman, mire ese rato en el que Verón se peleaba con todos en vez de jugar, analice el gol de los galeses y los nervios del pibe Saja, sume las pelotas que le dio a los contrarios Husaín, multiplique las que cabecearon los galeses para responder a centros sin relevancia, y mejor que se pare ahí y no siga mirando más sino va a terminar creyendo que mejor que no vayamos al Mundial para no pasar vergüenza.
Cada uno elige el color que prefiera y es por eso que se podrá decir que fue un fracaso no haberle ganado a esos galeses de madera, tanto como se podrá asegurar que, pese a no jugar bien, Argentina mantuvo el control del juego frente a un rival durísimo capaz de complicar con fortaleza física. Los rivales, que ni siquiera estuvieron cerca de clasificarse para el Mundial aunque tienen un par de jugadores interesantes, están lejos de ser una potencia, pero no te regalan nada. Dicho de otro modo: es cierto que son de madera y es cierto que son duros. Cada cual elige dónde pone la mirada.
Con optimismo militante se puede pensar que, después de todo, es mejor que no se haya goleado, como muchos creían a priori, porque eso agrandaría la idea imperante de que hoy a la Argentina no hay con que darle y eso no es tan bueno porque el jugador argentino se siente mejor cuando es punto que cuando es banca.
Con pesimismo se puede llegar a caer en la exageración de pensar que una cosa es jugar las Eliminatorias y otra muy distinta enfrentar a europeos que te marcan mucho y que frente a eso este cuadro se quedó sin respuestas y en consecuencia, hay que resignar ilusiones.
Mirado a favor, el empate con Gales es negocio porque nuestros bravos muchachos van a redoblar esfuerzos a la hora de la verdad y los próximos rivales van a salir agrandados, y es ahí donde Argentina va a sorprender con todos su poderío; mirado en contra, el empate crea incertidumbre, hace dudar de las propias posibilidades y no genera respeto entre los futuros rivales.
Todas las miradas son posibles. Vale recordar que no estuvieron Burgos, Ayala, Simeone, Samuel y Batistuta, casi seguros titulares en Japón, pero también vale considerar que Verón y Riquelme no se encontraron todo lo que el país futbolero esperaba, pese a que parecían dadas todas las condiciones para sellar el comienzo de un dúo de fierro. Sin embargo, de una combinación entre ambos nació el gol del empate, un pelotazo de Verón a Cruz que éste cruzó sobre la salida del arquero.
Vale entender que cuando Verón funcionó a pleno, Argentina pareció una máquina y que cuando se tiró muy atrás y salió de la escena, la cosa no anduvo. Marcelo Bielsa, que ve todo desde adentro, mezclará los elementos que dejan partido más entrenamientos, más concentraciones, para espiar el futuro y sacar conclusiones. Es de esperar que no se apure.
Mucho menos se puede, a la distancia, sacar conclusiones a la bartola, decir que Fulano demostró que tiene que estar o que Mengano no puede jugar. Sería un despropósito. Lo que hay que mirar, en definitiva, que éste fue un necesario amistoso en camino al Mundial y punto.
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