Dom 01.04.2012

DEPORTES  › ASI FUE EL PRIMER DIA DEL CIRCUITO CALLEJERO EN EL CENTRO PORTEÑO

A 240 km/h en la 9 de Julio

A esas velocidades anduvieron los SuperTC2000 en el primer día de entrenamientos y clasificación. Los promedios fueron cercanos a los que hace la Fórmula 1 en Mónaco. No hubo accidentes, pero sí una demora enorme. Hoy, la carrera a las 13.

Fue una larga, interminable jornada. A las 10, la hora prevista para el arranque de los motores, el callejero porteño no estaba listo todavía. Faltaban alambrados, protecciones de neumáticos, algún gancho burocrático para dar la bandera verde. Después de más de tres horas de demora, el furioso ruido de los 22 motores del SuperTC2000 reverberó en los edificios públicos del centro porteño, pero sólo un ratito, para no defraudar al estoico público que con el anzuelo de la entrada gratuita se apiñó junto a las vallas a lo largo del circuito, por 9 de Julio, Diagonal Norte y Avenida de Mayo. Sólo los muy afortunados tenían acceso a las tribunas o a los sectores VIP con sanguchitos y gaseosas. Cinco horas después de lo previsto, los fanáticos y los curiosos sólo habían disfrutado de 20 minutos de automovilismo. Recién cerca de las 14.30, cuando la temperatura porteña era de 27º, empezó el ruido serio.

Con ello, las complicaciones. Los pilotos del SuperTC2000 tuvieron una hora y 45 minutos para ir adaptándose a un circuito sin agarre, con aceleraciones violentas y frenadas súbitas, tratando de pasar cada vez más cerca de los paredones para ganar milésimas. No hubo accidentes, por fortuna. Las recomendaciones, en una reunión previa aprovechando el statu quo de la pista, buscaron impartir cautela. “Tengan en cuenta el show”, fue el mensaje...

Pero desde las primeras vueltas los pilotos encontraron un asfalto con muchas ondulaciones y la curiosa sensación de ir rebotando en las rectas. “Al principio sentí cagazo”, confesó suelto de cuerpo el hombre más rápido del sábado, el marplatense Christian Ledesma. “El asfalto está en muy malas condiciones.” Pero a medida que pasaba la tarde, las velocidades trepaban. En la recta de la 9 de Julio (en sentido contrario al que se utiliza normalmente) los SuperTC2000 pasaban junto al Obelisco a más de 200 km/h y los pilotos frenaban a la altura de la calle Tucumán. La computadora del Peugeot de Facundo Ardusso mostró la verdad: 242 km/h de velocidad máxima en ese momento. “Si hubiéramos usado una sexta marcha libre y no la que nos impusieron –afirmó uno de los pilotos– habríamos llegado a 250 km/h.” El secretario de Deportes de la Ciudad, Francisco Irarrazábal, creía que los autos no iban a superar los 160 km/h de máxima...

Solo un par de pianitos estratégicamente ubicados (en las entradas a Diagonal Norte y a la 9 de Julio) impidieron que el promedio de la vuelta se fuera por las nubes. En Mónaco, el callejero por excelencia en el mundo, los autos de Fórmula 1 de 750 HP anduvieron a 163 km/h de promedio; aquí, los SuperTC2000, con menos de la mitad de potencia que los F-1, giraron a 155 km/h, apenas ocho km/h menos.

La mirada era curiosa: sobre Cerrito, del otro lado de las vallas, a cuatro metros de los muros que delimitaban el borde externo de la pista, la gente seguía como podía las flechas de cuatro ruedas y 350 HP; del otro lado, sobre Carlos Pellegrini, las tribunas VIP lucían una impúdica desnudez. Se quejó el jefe de Gabinete del Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, de que esas tribunas no estaban llenas. “Pará, que la carrera es mañana (por hoy)”, se defendió el titular del SuperTC2000, Pablo Peón, a quien en el tumulto organizativo un control le desconoció su jerarquía en un momento en que quiso hacer valer el derecho de un grupo de periodistas a ingresar al trazado.

Por lo menos cincuenta mil personas se acercaron, inclusive en subte (que no paraba en las estaciones ubicadas dentro del trazado), y los que ocuparon Avenida de Mayo sintieron la llamativa reverberación de los motores entre los edificios antiguos y los árboles añosos. Un chiquito lloraba fuera del circuito porque no podía entrar a los boxes a ver los autos. “Hace una hora era un fanático del automovilismo”, cuenta el padre. Adentro, un reparto muy exclusivo.

La carrera, hoy desde las 13.05 (a 36 vueltas, televisa Canal 13 desde las 11), es otra nueva incógnita. ¿Habrá más de cien mil personas? Eso le preocupa al GCBA. A los pilotos los inquieta, en todo caso, qué pasará con los frenos, lo más castigado de sus autos, especialmente en la esquina de 9 de Julio y Viamonte, frente al Colón. “Van a sufrir más que lo normal, dependerá de la temperatura”, apuntó Ledesma. “Después de cuatro vueltas ya no tengo frenos”, admitió Agustín Canapino. En este circuito hay una frenada violenta cada mil metros. Hubo muchas pasadas de largo ayer, y los bloques de concreto todavía no probaron su eficacia. Ojalá no sea necesario.

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