DEPORTES › OPINION
› Por Gustavo Veiga
En defensa de Caruso Lombardi, que no es el tenor pero siempre hace alharaca, podría afirmarse del fútbol que es un canto a la hipocresía. Su cambio de monta en el medio del río lo demuestra otra vez. Maradona dijo desde Dubai que le daba asco lo que hizo el ex técnico de Quilmes, ahora flamante salvavidas de San Lorenzo. Justo Diego levanta el dedo acusador, el mismo que se ofreció en la Selección cuando todavía la conducía Alfio Basile. Muchos otros (colegas y no colegas) también lo fustigaron por haber abandonado el club que preside el senador Aníbal Fernández.
Se entiende cierta mesura de Quilmes pese a la precipitada separación, se comprende que sus hinchas imaginen una posible Promoción con San Lorenzo para verse de nuevo las caras, se tolera con fastidio la desprolijidad que es regla en el fútbol, negocio donde urge multiplicar el dinero; se acepta con anestesia que dirigentes incompetentes rubriquen contratos que después no pueden cumplir y también a los futbolistas que los rescinden cuando su meta es hacer plata en un santiamén.
Pero resulta una farsa que el ambiente del fútbol se rasgue las vestiduras cuando un entrenador abandona a sus jugadores en medio de un campeonato. Vivimos en el capitalismo, las mayorías venden su fuerza de trabajo como pueden y Caruso Lombardi vende la suya movido por argumentos discutibles e incluso bajo la sospecha de haber dialogado con Carlos Abdo cuando Leonardo Madelón todavía ocupaba su cargo. Es más de lo mismo.
Por si queda todavía alguna duda, la Ley de Contrato de Trabajo (LCT) dice: “El trabajador, sin necesidad de dar ninguna explicación al empresario, puede dar por resuelto el contrato de trabajo cuando quiera, para ello, el único requisito legal que le impone la ley es el de preavisar al empresario con la antelación que marque el convenio colectivo o la costumbre del lugar; en el caso de que el convenio no diga nada sobre la antelación del preaviso, se suele entender que el trabajador tendrá que preavisar con una antelación mínima de 15 días. En caso de que el trabajador no preavise, el empresario puede solicitarle indemnización por los daños y perjuicios que le haya podido ocasionar la repentina baja del trabajador”.
Que vaya como reflexión final el mensaje de un hincha de Quilmes en la página web Pasión cervecera: “Me pregunto, si dentro de cinco fechas, lo vienen a buscar del Milan, ¿¿¿qué hace, deja a San Lorenzo??? Si a Bielsa le hubiese pasado lo mismo, ¿qué hubiese hecho Bielsa? Caruso muestra la parte más descarnada del fútbol, se juega por guita (y se pierde por guita TB) lo (de) Merlo es la otra cara lastimosa de un tipo implorando por que lo llamen y diciendo que es hincha desde chico de ese club... las dos caras son las que me alejan cada día más del fútbol-negocio”.
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