Vélez perdió dos puntos e Independiente ganó uno. El 1-1 en Liniers, más entretenido en el primer tiempo que en el segundo, dejó en claro las distintas aspiraciones de ambos equipos a esta altura del certamen. Mientras los de Gareca intentaron quedarse con la victoria por todos los medios, los visitantes se agruparon bien en el fondo y vieron desde muy temprano con buenos ojos el empate. Por eso, la igualdad fue un castigo para Vélez y un lindo premio para Independiente.

El arranque del juego resultó sorpresivo. En su primera llegada al fondo, Independiente se puso en ventaja. Villafáñez desbordó por derecha y cruzó un centro que Ferreyra alcanzó a devolver hacia el medio, donde Parra desvió para vencer a Barovero. Casi que se estaban acomodando cuando los de Avellaneda ya se habían puesto en ventaja. A partir de ese momento, el planteo fue bien claro: Vélez controlaba el balón y atacaba con mucha gente, mientras que Independiente se agrupaba en el fondo e intentaba salir de contragolpe. De esa manera, las emociones rondaban los dos arcos.

En ese ida y vuelta, el que primero acertó fue Vélez. Augusto Fernández, desde el piso, alcanzó a habilitar a Pratto, que definió de manera violenta ante el achique de Gabbarini. El tema es que más allá del gol, el trámite no se modificó. Los locales siguieron con su postura y acumularon méritos para ponerse en ventaja, al tiempo que los contragolpes de Independiente fueron cada vez más esporádicos.

A medida que corrían los minutos, la desesperación de Vélez por dejar pasar la chance de ser líder fue cada vez más notoria. Del otro lado, Independiente se aferraba con firmeza al empate. En la última jugada, Vélez lo pudo ganar, con un cabezazo de Obolo tras un desborde de Augusto, pero el travesaño le negó el gol. Así se quedaron a mano.