DEPORTES › TREINTA AñOS SIN GILLES VILLENEUVE
› Por Pablo Vignone
Treinta años después de la muerte de su padre, Gilles, Jacques Villeneuve, campeón mundial de Fórmula 1, cumplirá el sueño de muchos fanáticos de Ferrari, la marca para la cual manejó su padre y con la que él nunca pudo competir: conducirá una Ferrari con el mítico número 27, el que usaba Gilles, en Fiorano, el circuito privado de la casa de Maranello.
El 8 de mayo de 1982, Gilles Villeneuve perdió la vida tras un brutal accidente en las pruebas clasificatorias del Grand Prix de Bélgica, en el circuito de Zolder, cuando su Ferrari embistió el March del alemán Jochen Mass, mientras buscaba marcar el mejor tiempo. Villeneuve atravesaba un conflictivo momento en el equipo italiano, después de que en la carrera anterior, el GP de San Marino en Imola, su compañero Didier Pironi lo superara en el último giro, cuando el equipo había ordenado mantener posiciones, soplándole el triunfo.
Villeneuve marcó toda una época en la Fórmula 1, aunque no logró el título como su hijo: fue subcampeón en 1979 con la 312T4 que Jacques conducirá hoy en Fiorano. Se mantuvo leal a la casa italiana pese a que en general no fue agraciado con máquinas competitivas, e impuso su estilo veloz y espectacular con el cual compensaba las deficiencias de rendimiento de sus autos. Salvo en su debut, el GP de Inglaterra de 1977, cuando manejó un McLaren, Villeneuve hizo toda su campaña con Ferrari, arrancando como compañero de equipo de Carlos Alberto Reutemann: con la casa del Cavallino Rampante corrió 66 Grands Prix, de los cuales ganó seis, marcó dos pole positions y subió al podio en trece ocasiones. Enzo Ferrari lo consideraba un hijo.
Pese al escaso número de victorias, Villeneuve es considerado uno de los grandes pilotos de la historia de la Fórmula 1, a causa de su estilo audaz y, al mismo tiempo, la corrección con la que competía a 300 km/h, una característica que más tarde olvidaron campeonísimos como Ayrton Senna o Michael Schumacher. “Gilles no se rinde jamás”, dijo en 1979 su máximo rival, Alan Jones, con quien mantuvo largos y tremendos duelos, siempre dentro del límite de la limpieza deportiva. Ese sello lo hizo trascender pese a su relativamente corta cadena de éxitos; su trágica desaparición lo tornó inmortal.
Jacques tenía once años cuando su padre murió y en la época en la que corrió en Fórmula 1 siempre se mostró remiso a hablar de Gilles; en 1997, en su segundo año en la categoría, logró el título mundial que se le había negado a su padre, ganando en ese año más Grands Prix (siete) que los que Gilles había conquistado en toda su campaña. Durante su campaña en F-1, que duró hasta 2006 y se extendió a lo largo de 163 carreras, condujo para Williams, BAR, Renault y Sauber, pero nunca para Ferrari, pese a que Bernie Ecclestone inclusive hizo gestiones para reunir los dos apellidos. A tres décadas de la tarde negra de Zolder, otra vez un Villeneuve manejará una Ferrari número 27...
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