DEPORTES › LA SUCESIóN EN EL COMITé OLíMPICO
› Por Sebastián Fest
Los Juegos Olímpicos de Londres tendrán dos deportes menos que los de Beijing, aunque hay uno, el vigésimo séptimo, que ya se está disputando en los salones y pasillos del lujoso hotel Grosvenor House de la capital británica: la sucesión de Jacques Rogge.
“Ja, ja, ja...”, rió Rogge a principios de julio durante una entrevista con la agencia DPA al preguntársele si a los 26 deportes olímpicos no habría que sumarle un vigésimo séptimo. “¡Eso es bueno! El deporte número 27...”. Los 12 años que lleva el belga como presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) llegarán a su fin en septiembre de 2013 durante la asamblea general de Buenos Aires. Fiel a su carácter discreto, Rogge (en la foto, con la reina Isabel II durante una recepción en el palacio de Buckingham) habla con prudencia de la inminente lucha política en una entidad no acostumbrada a ver cambiar el rostro de su líder: sólo ocho en 118 años, apenas cuatro en los últimos 60.
“Creo que hay entre tres y cuatro (miembros) que consideran presentarse o que se cree que tienen las cualidades para ser presidente. No voy a hacer ningún comentario acerca de sexo, continente, deporte o edad”, aseguró a DPA durante aquel diálogo a principios de mes en su despacho de Lausana. Pero días después fue más específico y dijo creer que el alemán Thomas Bach se presentará. “Creo que Thomas hará eso tras Londres. No va a querer perturbar los Juegos con un debate sobre unas elecciones que recién tendrán lugar dentro de un año”, dijo Rogge.
El belga cree que Bach figuraría entre los favoritos si se presenta a la elección en Argentina. “Thomas goza de mucho respeto y respaldo en el COI. No espero que sea el único candidato. Pero sea como fuere: Thomas sería un favorito, de eso no hay dudas.”
Fino diplomático, Rogge también tiene elogios para el puertorriqueño Richard Carrión, un banquero que está midiendo sus pasos pero parece cada vez más inclinado a competir por la presidencia. “Creo que todos reconocen los méritos del señor Carrión”, dijo Rogge al analizar al hombre que negocia los derechos de televisación de los Juegos, la principal fuente de ingresos del COI. Si el olimpismo sobrevive como movimiento, es en buena parte gracias a lo que la NBC, principalmente, y decenas de otras cadenas pagan.
“El de las finanzas –continuó Rogge antes de salirse por un instante de su cuidado discurso– es uno de los factores que debe ser considerado. El presidente del COI debe tener muchas cualidades, asegurarse de que los ingresos sean buenos es todo un factor, por supuesto.”
La candidatura de Carrión no existe aún, pero se huele en el ambiente olímpico. “Me hace una pregunta peligrosa...”, dijo con amabilidad Riccardo Fraccari, presidente de la Federación Internacional de Béisbol (IBAF), cuando se le preguntó si su deporte tendría mejores posibilidades de regresar a los Juegos con un puertorriqueño al frente del COI. “Creo que no debemos pensar en quién será el futuro presidente, sino en potenciar nuestras propias cualidades de deporte olímpico”, añadió Fraccari.
Bach y Carrión parecen nombres cada vez más claros. También suena desde hace tiempo el del singapurense Ser Miang y, en menor medida, los de la marroquí Nawal El Moutawakel o el suizo René Fasel. Lo de El Moutawakel, si se concretara, sería toda una revolución en el COI, jamás presidido por una mujer y sólo una vez por un no europeo, el estadounidense Avery Brundage.
La asamblea general de esta semana en Londres, que arranca hoy, es la última oportunidad en la que todos los miembros del COI se verán cara a cara. La próxima es la decisiva, la de Buenos Aires. No hay, por lo tanto, tiempo que perder: el deporte número 27 está en marcha.
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