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› VENCIO 2-1 A CORINTHIANS EN SAN PABLO Y PASO A CUARTOS
River prefirió no bajarse de la Copa
En una actuación de real jerarquía, el equipo argentino derrotó a los brasileños con absoluta justicia, sin perder la calma tras la pronta desventaja, empatando el partido con un tanto de Demichelis y ganándolo con un gol de penal de Fuertes. El América de Cali, próximo rival.
El Morumbí parecía el Monumental; los 60 mil torcedores pasaban por millonarios y en el ambiente se olía un tufillo a localía. Cuando el Corinthians renunció, muy pronto, al protagonismo, porque le faltó clase o dejó el alma en otra parte, River asumió que el partido, aun desde la rápida desventaja, le pertenecía, lo manejó a discreción. Lo empató con suficiencia, lo jugó con jerarquía y lo terminó ganando con amplitud, aunque el resultado no lo haya reflejado así. El América de Cali, que eliminó a Racing, será su rival en los cuartos de final.
El tempranero gol del equipo brasileño, en una de las pocas equivocaciones del fondo de River, cuando Liedson cabeceó en el área chica entre los dos centrales un centro de Leandro, no cambió el partido, pese a que el Corinthians descontaba la ventaja que River le había sacado en Buenos Aires y arrancaba una nueva historia.
No lo cambió, porque los locales nunca tuvieron un plan. Sin jugadores que usaran con criterio la pelota, salvo Gil que se desdibujó pronto, no crearon más riesgos. Sin perder la calma, D’Alessandro empezó a marcar los tiempos de River, sin entrar tampoco en las provocaciones a que lo sometía su marcador Roger.
El empate se adivinó cuando le pelota estaba en el aire. Cesión de Coudet a D’Alessandro, pisada, centro del rubio volante y la certeza cuando Martín Demichelis le aplicó el cabezazo perfecto al palo derecho de Doni, la igualdad estaba decretada. Iban apenas 20 minutos del partido.
Con pases largos, con pausas, con criterio, River definitivamente le quitó al Corinthians el control del partido. No se apuró, ni fue a buscar alocadamente el partido. Zapata y Coudet clausuraron los laterales, D’Alessandro se fue a gambetear más arriba, y en una de sus pisadas, Roger le pegó una patada de atrás. El correctísimo árbitro colombiano Oscar Ruiz lo expulsó, los locales quedaron con uno menos y de esa forma el equipo argentino terminó de asegurarse psicológicamente la clasificación, que nunca más estuvo el Corinthians en posición de amenazar.
Nada cambió en el segundo tiempo. Y la mejor prueba de la superioridad riverplatense se vivió en tres minutos, entre los 52 y los 54. En ese lapso, Cavenaghi tuvo tres clarísimas oportunidades para aumentar: primero la tiró por un costado, luego Doni le tapó el mano a mano, en la última salió apenas desviada, por arriba del travesaño. Sin marca, casi sin oposición, con un poco más de puntería el delantero pudo haberse transformado en el goleador de la noche. El Corinthians absorbía los golpes, sin reaccionar.
Con semejante dominio, Pellegrini devolvió a la cancha a Luis González, sacando a Zapata, para tener otro intérprete. Solo faltaba el golpe de gracia, y ese llegó faltando un cuarto de hora, cuando Fabio Luciano se atontó dentro del área y rechazó con la mano. El penal no generó protestas. Fuertes lo cobró con un remate seco y bajo.
River jugó uno de sus mejores partidos en los últimos tiempos. Y el premio, la clasificación, fue absolutamente merecido.