Mar 05.03.2013

DEPORTES  › PAULA ORMAECHEA, LA MEJOR RAQUETA

Soñando con el 1

Con apenas 13 años abandonó Sunchales, su ciudad natal, hacia Buenos Aires en la búsqueda de un sueño: ser número uno del mundo. Siete años después, Paula Ormaechea, admiradora de las hermanas Williams, es la tenista argentina mejor rankeada (135), después de disputar por primera vez una final de la WTA en Bogotá (cayó ante la serbia Jelena Jankovic, ex número uno del mundo). Profesional desde 2008, su derecha y revés son sus mejores golpes, el cemento su superficie preferida y su próximo objetivo es entrar al cuadro principal de Roland Garros.

–¿Qué sensaciones le generaron jugar una final de WTA?

–No es nada fácil. Me hubiera gustado disfrutarlo un poco más. Era la situación perfecta para disfrutarlo y dar lo mejor, pero jugué muy nerviosa. Igualmente el resultado era lo de menos, lo importante era estar a la altura, y creo que lo logré. Nunca me sentí superada en el juego, pero creo que me faltó experiencia. Tras ese partido subí 66 puestos en el ranking, eso es algo importante. Es como que los resultados empiezan a pagar todo el trabajo y el esfuerzo que se hace, algo que te anima a poner cada vez más ganas.

–¿Cómo fueron sus inicios en el tenis?

–Empecé a jugar a los tres años con mi hermana, en Sunchales. Mi papá hizo el profesorado de tenis para enseñarnos a jugar. El fue nuestro entrenador. Con el tiempo, mi hermana dejó, pero yo seguí practicando hasta que mi papá me dijo que si quería ser jugadora profesional no podía seguir entrenándome allá. Se dio cuenta de que necesitaba algo más, otro entrenador y más cosas a mi disposición. Cuando yo tenía 13 años consiguió un sponsor que costeó los gastos y me vine a vivir a Buenos Aires, sola. A la hora de tomar una determinación, yo no lo dudé, me decidí sin ningún problema. El tenis era lo que más me gustaba. Es verdad que estando sola se hacía todo más difícil, pero era lo que yo quería para mi vida. El sponsor me iba a bancar la carrera, era el momento para tomar la decisión y lo hice.

–¿Y su nueva vida en Buenos Aires?

–No fue fácil, yo dejé todo. El colegio, el pueblo, la familia y los amigos. Mi vida pasó a ser sólo el tenis. Pasé por varios lugares. Viví en la casa de la mamá de uno de los entrenadores de la academia en la que practicaba, estuve un tiempo en la casa de Diego Hartfield (ex tenista), más adelante pasé por la casa de una familia amiga mía, hasta que me mudé sola.

–¿Cuál es su próximo objetivo dentro del circuito?

–Roland Garros, que se iniciará a mediados de mayo, Estoy clasificada a la qualy, y mi objetivo es entrar al cuadro principal, y al de todos los torneos importantes. Eso me va a permitir crecer como jugadora, sumar puntos en el ranking y posicionarme entre las mejores cien.

–Y a largo plazo, ¿se animó a trazarse alguna meta?

–Mi sueño es ser número uno del mundo. Trabajo todos los días para eso. Si se da algún día, bienvenido sea; si no, intentaré llegar lo más lejos posible. Obviamente no es nada fácil, lo sé. Supone muchos años, y muchos torneos. Pero soy de las que piensan que nada es imposible y que todo se puede lograr. Me espera un largo camino, y todavía tengo que aprender mucho, pero lo más importante de todo, siempre, es el trabajo. Yo trabajo cada día, y de esa manera sé que voy a seguir mejorando, y por eso me permito soñar.

Entrevistó: Pablo Ribera.

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