El encuentro entre River y Vélez en el Monumental aparentaba más de lo que entregó. Tuvo un arranque atrapante, pero se fue diluyendo y, con más lucha que fútbol, culminó en un 0-0 que dejó con sabor a poco a todos. Pese a la igualdad, los de Núñez quedaron a tres puntos del líder, Lanús, que mañana recibe a Quilmes.

La voluntad ofensiva que suelen demostrar ambos equipos prometía un partido abierto, con varias emociones. El arranque electrizante parecía darle la razón a aquella sospecha. Vélez se mostró más firme de entrada, y tuvo a Insúa como a su nombre más peligroso. El ex Boca tuvo, enseguida, la más clara, cuando recibió la pelota en el área chica y definió ante el achique de Barovero que, en dos tiempos, le ahogó el festejo. Al equipo de Ramón Díaz –que estrenó un clásico 4-4-2 en el torneo Final– le costó meterse en el encuentro, insinuaba más de lo que concretaba, aunque, con el correr de los minutos, comenzó a acomodarse. El trámite, lejos del prometedor inicio, se hizo parejo y luchado. Que un lejano remate de Ponzio haya sido la más clara del local en los primeros 45 minutos, dejó al desnudo sus notables falencias ofensivas.

Pero River asomó un rostro distinto en el complemento, salió decidido al ataque. Con Mora apagado y Trezeguet inactivo, sin embargo, se le hizo difícil lograr esa puntada final necesaria para marcar el gol. El ingreso de Iturbe le dio esa sorpresa que carecía en ofensiva, aunque poco pudo hacer el juvenil ante una firme defensa. En un mar de falencias, el conjunto de Núñez, que no le gana al de Liniers desde el Clausura 2011, tuvo una virtud, no se dio por vencido nunca, pero no le alcanzó. Vélez manejó la pelota y fue más dominante, aunque también estuvo lejos de su mejor versión. Por eso, el empate fue el resultado que mejor le quedó a un encuentro que prometía mucho y que entregó poco y nada.