Se jugaban los primeros minutos del primer cuarto entre San Antonio y Memphis por la definición de lo que los estadounidenses llaman Conferencia del Oeste. De golpe se escuchó vociferar con estridencia: “¡Defense, defense, defense!”. El partido recién comenzaba por lo que no se entiende, salvo por la atormentada cultura de los tacticistas, que se inste a un equipo –no importa a cuál– a defenderse.

Nadie, desde las tribunas, gritaba ni possesion, ni mucho menos attack, como si para el básquetbol no interesaran ni la posesión de la pelota ni el ataque. Y los voceros de lo que no debe ser, son los responsables de haber trasladado al fútbol argentino ciertas pautas que son exclusividad del básquet. Así, a los partidos les dicen “juegos” y a los pases gol, “asistencias”. También “lo único que importa es ganar” se parece demasiado en su trasfondo a “lo único que importa es que las cuentas cierren”, así como “el partido perfecto es el que termina 0-0” se compadece a la perfección con las estridencias defensivas de los hinchas estadounidenses. Está claro que los amarretes disfrutan con la menesterosidad.