Desde París

El Abierto de Francia tendrá mañana la semifinal con la que el mundo del tenis venía soñando, un Rafael Nadal versus Novak Djokovic que, apenas confirmado, marcó el inicio de una sutil batalla psicológica.

En una jornada fresca y seminublada en París, el español Nadal se impuso 6-2, 6-3, 6-1 al suizo Stanislas Wawrinka jugando en el estadio Philippe Chatrier, en tanto que el serbio Djokovic fue relegado al Suzanne Lenglen, el segundo escenario en importancia, donde puso punto final a la aventura del veterano alemán Tommy Haas venciéndolo 6-3, 7-6 (7-5), 7-5.

La otra semifinal ya era conocida desde el martes y medirá al español David Ferrer con el francés JoWilfried Tsonga, que busca el primer título en 30 años para los locales. Marie-Claire, la madre de Yannick Noah, campeón en 1983, no quiere ver ganar a un francés: sueña con que su hijo siga siendo el último héroe bleu.

Wawrinka se incorporó con contundencia al ingrato “club del 010” creado por Nadal, “honor” que comparte con el español Nicolás Almagro y el francés Paul Henri Mathieu. De las 30 veces que se enfrentó a ellos, Nadal siempre salió victorioso, pero sólo el suizo sigue teniendo pendiente ganarle un set al español.

Y eso que Wawrinka es una joya del circuito, dueño de un tenis de talento y sensibilidad que este año le está ofreciendo sus mejores resultados. Hasta que llega Nadal, que lo reduce a la mínima expresión: tanto, que el escudero de Roger Federer convirtió en un amasijo una de sus raquetas, frustrado hasta el infinito en la cancha central.

Nadal derrotó a Djokovic 19 de las 34 veces que se midieron –una serie de enfrentamientos incluso más extensa que la de su histórico duelo con Federer–, pero entre 2011 y 2012 sufrió un martirio por parte del serbio, que lo derrotó en siete finales consecutivas. El español quebró esa racha en 2012 en Montecarlo, y luego derrotó a Djokovic en Roma y en Roland Garros, antes de volver a caer este año en el principado.

Quizá por eso Nadal usó un lenguaje desacostumbrado cuando se le preguntó quién es el favorito de cara al duelo de mañana. “Me importa un bledo”, dijo entre risas el siete veces campeón de Roland Garros. “La palabra ‘favorito’ la escriben ustedes. Son palabras que se lleva el viento, todo lo demás no cuenta para nada”.

Pero Djokovic ya había abierto la discusión tras su victoria ante Haas: “Nos vimos en polvo de ladrillo este año en Montecarlo, un muy buen partido para mí. Pero aquí en Roland Garros él es muy fuerte y el favorito”. Enseguida matizó: “Pero estoy en buena posición, estoy fuerte. Lo que sé es que necesito tener un buen inicio del partido”.

Minutos después intervino Toni Nadal, el tío y entrenador del ex número uno del mundo, que le devolvió la pelota al serbio: “El sabe que no es verdad, él lo sabe. El sabe que en un partido donde esté el número uno del mundo, que es él, el favorito no es el rival. Así de simple”.

Nadal recordó la derrota de Montecarlo, pero cree que en Roland Garros las cosas son diferentes. “Estamos en Roland Garros, y en esta pista siempre se siente algo diferente. Pero llegué aquí tratando de ganar un título, el rival no hace ninguna diferencia. El público olvida a los rivales casi siempre, lo que permanece son los títulos”.

“Gané sin desgastarme mucho físicamente, y eso es muy positivo”. El español se negó a entrar en detalles acerca del estado de su rodilla. Una doble lesión en esa articulación lo dejó siete meses fuera del circuito. Desde su regreso en febrero acumula seis títulos, dos finales y las semifinales de Roland Garros.

“Dije en Roma que no hablaría más sobre la rodilla y antes de la semifinal no quiero hablar de ella. Incluso si sintiera algo, nunca lo diría después de haber ganado seis torneos y estando en las semifinales de Roland Garros”.

Con 57 victorias –a sólo una del record de Guillermo Vilas– y apenas una derrota desde 2005 en Roland Garros, Nadal es, objetivamente, favorito. Lo que no quita que el desafío del serbio es el mayor que se le pueda plantear hoy. Roland Garros es el único de los cuatro torneos de Grand Slam en el que Djokovic no inscribió su nombre como campeón, y eso es una motivación enorme para el número uno, que además le prometió a su primera profesora de tenis –fallecida la semana pasada– que ganaría en París.