DEPORTES › INDEPENDIENTE PERDIO 1-0 CON SAN LORENZO Y DESCENDIO A LA B NACIONAL
El histórico club de Avellaneda bajó por primera vez en su historia a la Segunda División, tras caer como local por un gol de Angel Correa. A pesar del dolor, los hinchas despidieron al equipo con cantos de aliento y sin cometer desmanes.
No hubo lugar para milagros. A Independiente no se le dieron ninguno de los tres resultados que necesitaba, ni el propio ni los ajenos, y de esa manera descendió por primera vez en su historia a la Segunda División. El glorioso Independiente; el de Seoane y Sastre; el de Erico y De la Mata; el de Bernao y Pastoriza; el de Bochini y Bertoni; el Rey de Copas y el Orgullo Nacional; el Rojo de Avellaneda jugará la temporada 2013/2014 en la B Nacional. A pesar del dolor por la caída, los hinchas despidieron al equipo con cantos de aliento y sin que se produjeran incidentes ni en el estadio ni en el centro de Avellaneda.
La combinación de resultados que necesitaba el conjunto de Miguel Brindisi parecía demasiado complicada como para poder convertirse en una realidad concreta. Por eso, el nerviosismo que mostraron sus jugadores quedó reflejado desde el minuto inicial. Para colmo, las otras canchas no traían buenas noticias. El rápido gol de San Martín de San Juan ante Estudiantes dejaba las posibilidades aún más reducidas.
Con la cabeza más en las cuentas que en el juego, Independiente padeció el partido. Iba por obligación, buscaba la victoria con ganas, pero las piernas no respondían. Por eso, apenas generó peligro con una ocasión de Montenegro. Del otro lado, San Lorenzo era la contracara. Con mucha tranquilidad aprovechaba los nervios del rival para llevar el partido al desarrollo que pretendía. Por eso, sin correr riesgos, con la premisa de no descuidarse y esperar el paso de los minutos para agigantar sus posibilidades, el conjunto de Pizzi fue armando su negocio. La desesperación de Independiente era su mejor aliada.
El partido no mostraba demasiadas incidencias. Independiente ya sabía que también ganaba Argentinos y lucía resignado. Por eso, San Lorenzo no lo perdonó. Con una gran maniobra colectiva, los pibes armaron una combinación que terminó de definir Angel Correa con un perfecto remate a colocar desde el borde del área menor. Por más que restaba más de media hora, el partido estaba sentenciado, tanto por la serenidad de San Lorenzo como por la impotencia de Independiente.
Los minutos siguientes mostraron a un San Lorenzo tranquilo, que estuvo cerca de aumentar la ventaja pero pareció apiadarse de su rival. Como si tuviera un freno de mano, el equipo de Pizzi se fue conformando con el 1-0. Con más vergüenza que fútbol, el Rojo se fue en busca de la igualdad y estuvo cerca con un cabezazo de Adrián Fernández que Torrico desvió en gran forma al corner y con una arremetida de Villalba que Alvarado terminó sacando sobre la línea. A esa altura, la emoción pasaba por lo que sucedía en las tribunas, donde la mayoría de la gente de Independiente no paraba de alentar, mientras se mezclaban con los que no podían –ni querían– contener las lágrimas.
Así llegó el final. Los jugadores, todos con lágrimas en los rostros, se juntaron en el círculo central, se abrazaron para juramentar una rápida recuperación y se marcharon del campo mientras atronaba un orgulloso aliento desde las tribunas. “Oh, es un sentimiento, no puedo parar”, era el hit que más sonaba. Eran gritos que salían de adentro, con dolor y con orgullo, con la promesa de volver pronto al lugar que les pertenece.
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