“Este juego es mío”, sintetizó un periódico español para graficar el nuevo golpe de autoridad de Lionel Messi, ese enigmático futbolista que reaccionó con buen juego, goles y sangre tras una semana en la que se lo había puesto en duda como hacía tiempo no sucedía. “Pareciera que Messi me respondió a mí, ojalá fuera así. Si eso sirvió para motivarlo, lo voy a decir todas las semanas”, bromeó Angel Cappa, que días antes había ido más lejos que ningún otro analista: “Es como si llevara 15 años de matrimonio con el fútbol y ya se aburrió”.

Cappa habló tras la derrota en la Liga española ante el Valencia e impactó con su análisis, para muchos temerario. “Es irreprochable en lo profesional, pero le falta el amor al juego, esa locura, esa pasión que lo hace ir a buscar por izquierda, por derecha, encarar, gambetear a uno, a dos, y eso yo veo que Messi lo ha perdido.” Alcanzó una furiosa noche de lluvia y viento en Sevilla para demostrar que Cappa se había pasado largamente de frenada: Me-ssi fue clave para revertir la derrota parcial de 1-0 y, con una asistencia y dos goles plenos de rabia e inteligencia, sellar un 4-1 para devolver a su equipo al liderazgo de la Liga española.

Que el Barcelona ya no es la misma orquesta afinada que casi nunca fallaba no es novedad para nadie. Dejó de serlo hace tiempo, ya en el final de la “era Guardiola”, también en la compleja etapa de Tito Vilanova y Jordi Roura y, por lógica, bajo la actual dirección de Gerardo Martino.

La diferencia con aquellos chisporroteos en el tramo final de Guardiola y en el de sus dos sucesores españoles es que los de Martino llegan en parte por decisión del entrenador: dijo en todo momento que respetaría la esencia del Barcelona, pero su sistema de juego es distinto, mucho más libre de prejuicios. No siempre sus jugadores lo entienden, no siempre puede imponerlo.

En los últimos tiempos se pudo ver a los azulgrana lanzando centros, algo que muy rara vez se daba en los años de religioso respeto por la pelota al piso. Así, de los 63 goles que llevan los catalanes esta temporada, 12 llegaron por la vía del contraataque. Más: el Barcelona es líder en el apartado de goles en contraataque, supera al Real Madrid, que en las últimas tres temporadas fue el equipo que más explotó esa faceta del juego.

Messi, que en las últimas semanas llamó la atención por jugar de “10” en vez de en aquella posición de “falso 9” que tanto rédito le dio, es en realidad lo que se proponga: delantero por la derecha, como en sus inicios, media punta, armador...

Messi no quiere “hacerse daño otra vez”, analizó ayer Fernando Signorini, ex preparador físico de la Selección. “Cuando un felino tiene algún problema (lesión), no puede salir inmediatamente en busca de la presa”, añadió. Messi es “un felino que está lamiendo su herida y está esperando el momento justo para volver a dar esos zarpazos que daba y que seguramente volverá a dar como hizo el domingo. Cuando el equipo lo necesitó, apareció e hizo dos goles”.

Tras dos meses fuera de competencia debido a una lesión, Messi vuelve de a poco y con altibajos. Lógico, porque no quiere volver a rendirse ante un percance físico, pero también porque la fecha que tiene marcada en el calendario es la del 15 de junio, día del debut de la Argentina ante Bosnia en el Maracaná. Hacia allí apunta, porque Mundial en Brasil hay sólo uno en la vida.