DEPORTES › UNA FRASE ANTIGUA QUE SINTETIZA LA GESTION DEL DIRIGENTE
La pronunció César Menotti en los primeros años de gestión de Grondona para simbolizar el personalismo de su conducción, notablemente acentuada con las décadas de ejercicio del poder futbolístico.
› Por Juan José Panno
Hace unos treinta y pico de años, cuando César Luis Menotti era entrenador de la Selección y tenía que resolver una cuestión circunstancial con la AFA vinculada con la convocatoria de futbolistas, se le preguntó –con cierta ingenuidad por cierto– si había hablado con el Comité Ejecutivo. La respuesta del entrenador fue contundente: “No, no, voy a hablar sólo con Grondona, que es el que resuelve; AFA la integran Grondona, Fofó y Miliki”. Un recuadro con ese título, “Grondona, Fofó y Miliki”, fue publicado en El Gráfico y reproducido por distintos medios cada vez que, desde entonces, se planteaba algún tema controversial que reclamaba una definición de los dirigentes de la entidad madre del fútbol argentino. Anticipaba quién iba a resolver.
Julio Humberto Grondona construyó su poder abrazándose a dirigentes que se rendían ante su inteligencia, su picardía, su capacidad negociadora y su carisma, gozaban de los beneficios de su mano protectora, le elogiaban el anillo con la sentencia “Todo pasa” y permitían que, precisamente, todo pasara: entuertos, desmanejos, torneos mal organizados y, sobre todo, escasa voluntad política para terminar con el flagelo de las barras bravas y la violencia en el fútbol que causó decenas de muertes.
En el haber de Grondona, sus apólogos priorizan un dato incuestionable: logró que el fútbol argentino tuviera un reconocimiento y una consideración que antes no poseía. El campeonato mundial alcanzado durante su gestión se entrelaza con su llegada a la cúspide de la FIFA. Don Julio, que de inglés sabía decir apenas lo indispensable (yes, okey, very gud), manejaba los hilos de la FIFA, en sintonía directa con Joseph Blatter (ver página 26). “Que la Selección Argentina haya tenido la sede y el programa de partidos que tuvo en el último Mundial, sin ir más lejos en el tiempo, sólo se explica con la presencia de Grondona en la FIFA”, resumen quienes lloran su muerte en estas horas.
Sus defensores le anotan en su favor que no se casó con ningún gobierno, al tiempo que sus detractores le cuestionan que se acomodó con todos. Como se sabe, comenzó su mandato durante la dictadura militar en el ’79 y atravesó indemne todos los vaivenes de la democracia. Desde el poder político cada vez que alguien insinuó la posibilidad de una intervención a la AFA se lo frenó con el argumento del aislamiento internacional que provocaría la FIFA (que tienen más poder que la ONU) ante la más mínima injerencia.
La muerte de Grondona podría abrir las puertas para una AFA más plural, más democrática, más cristalina en lo económico y más decidida en la lucha contra la violencia. Pero todo eso es apenas una expresión de deseos. La decisión de decretar un duelo de siete días (seguramente Grondona no lo hubiera avalado) es el primer síntoma que lleva al pesimismo. Alguien dijo acertadamente por ahí que los que aparecen como candidatos para sucederlo tienen todos los defectos de Don Julio y casi ninguna de sus virtudes.
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