Mié 24.09.2003

DEPORTES

En el homenaje a Alfredo Di Stéfano, el Real Madrid derrotó a River

El equipo madrileño, menos galáctico que de costumbre, ganó 3-1. Santiago Solari no quiso gritar el primer gol por respeto a su ex club.

A los 77 años, estaba sentado en el palco preferencial del estadio para recibir su propia fiesta. Con un bastón que sostenía con su mano derecha, Alfredo Di Stéfano se sentía feliz en el Santiago Bernabeu. Hacía 50 años se ponía por primera vez la camiseta del Real Madrid y comenzaba una carrera llena de éxitos. El trofeo que lleva el nombre del ex presidente de la institución sirvió para que el conjunto madridista, menos galáctico que de costumbre, recibiera a River, el otro club que pudo disfrutar del talento de Di Stéfano. Todo resultó como esperaban los españoles, un triunfo por 3-1 ante el actual campeón argentino, para que aquel hombre pudiera recordar con placer sus mejores vivencias futbolísticas.
La ceremonia comenzó con la entrega de una plaqueta a Di Stéfano, donde se reflejaban todas las copas que ganó en la “Casa Blanca”. El acto era acompañado con el himno del club que se escuchaba por los altoparlantes, entonado por Plácido Domingo.
Luego de que un grupo de chicos desplegara una coreografía sobre el campo de juego, las estrellas del Madrid comenzaron a aparecer con todo su glamour. El equipo dirigido por el portugués Carlos Queiroz presentó desde el inicio del partido a Zidane, Beckham, Roberto Carlos, Guti y al ex River Santiago Solari. Las ausencias más notorias fueron las de Ronaldo, Raúl, Figo y el arquero Casillas. En River comenzaron jugando Ludueña, Coudet, Cavenaghi y Domínguez; afuera esperaban Montenegro y Luis González; y en Buenos Aires miraban los lesionados Salas y Gallardo.
El partido fue jugado con mucha tranquilidad por parte de los locales, que tenían la pelota pero carecían de profundidad para acercarse a Costanzo. Precisamente, el arquero fue uno de los más destacados del partido y pudo lucirse nada menos que ante Zidane, a quien le ganó un mano a mano en el primer tiempo. En esa etapa, ambos tuvieron chances para convertir, pero ninguno tuvo la precisión necesaria en los momentos clave.
Entre lo más importante de esa etapa estuvo la salida del inglés Beckham, que dejó la cancha a los 37 minutos para dejarle su lugar al joven Borja.
Con los ingresos de Montenegro y Luis González desde el inicio de la segunda mitad, River tuvo más control de la pelota e inquietó así a los defensores españoles. Pero, curiosamente, fue el Real Madrid quien aprovechó sus chances, y a los 12 minutos ya estaba ganando 2-0. El primer gol fue convertido por Solari, quien tras una jugada fabulosa, dejando en el camino a cinco rivales, remató de zurda.
“No celebré el tanto por respeto al club en que nací –explicó el argentino–. Guardo mucho cariño y mucho respeto por River. Sólo quedan un par o tres de jugadores de cuando yo estaba, pero siento mucho respeto por la institución y la hinchada.”
Tres minutos más tarde, Portillo aumentó la ventaja, luego de cabecear sin marca un centro en el segundo palo. El juvenil también marcó el tercero con otro cabezazo, pero esta vez con un envío desde el sector izquierdo.
“Fue un encuentro lindo, más parejo de lo que indica el resultado –aseguró el entrenador de River, Manuel Pellegrini–. En los primeros quince minutos nos costó bastante soltarnos. Luego, hasta el primer gol, teníamos el control, pero el tanto de Solari rompió el partido. El segundo ya les dio más tranquilidad”, subrayó el técnico.
Pellegrini señaló que su equipo “estaba muy motivado” por enfrentarse al Real Madrid y que “ha sido una linda experiencia, también en lo personal. Fue una gran fiesta, un buen partido, limpio y abierto por parte de los dos equipos”.
Solari dijo haber sentido “muchas emociones encontradas en este partido, porque el rival era River, porque era un homenaje a Di Stéfano y porque era el Trofeo Bernabeu y lo queríamos ganar. Ha sido un encuentro emotivo por todo”.
Esteban Cambiasso, que también jugó en River, manifestó que el partido resultó “una gran fiesta”.
El delirio del público era completo cuando González marcó el descuento con un preciso derechazo, luego de una asistencia de Montenegro. El Real terminó con muchos jóvenes en el campo, pero la celebración estaba cumplida. Aquel hombre del bastón dibujaba una gran sonrisa en un rostro lleno de gozo.

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