La continuidad de la serie que entregaron River y Boca en procura de la final de la Copa Sudamericana resultó bastante similar a lo que ocurrió una semana atrás, con el juego friccionado que volvieron a ofrecer los dos equipos. A pesar de que hubo acciones de riesgo como para destacar a lo largo de los 90 minutos, fueron pocos los que ofrecieron algo diferente en el terreno de juego. Estos fueron los diez mejores futbolistas (cinco por cada equipo) del superclásico.

Desde el arco, Barovero respaldó la clasificación de su equipo con intervenciones decisivas. Sin duda, el penal atajado a Gigliotti en el inicio del encuentro cambió el rumbo del partido. El arquero volvió a mostrar algunas dudas en los envíos aéreos y dio rebotes peligrosos, pero en el balance estuvo más que cumplido.

Importante no sólo en el gol del triunfo, Pisculichi gravitó también para aportar claridad y decisión en los últimos metros. Utilizó su técnica y sus variantes para la habilitación de sus compañeros, tanto por la derecha como por la izquierda. Se paró delante de la línea de volantes con mucha libertad y cuando cambiaba de frente lo hacía con acierto.

El que más exigió entre los hombres de ataque del equipo de Gallardo fue Teófilo Gutiérrez, con salidas rápidas hacia los costados sobre todo por el sector de Marín. Siempre cumple y ayer estuvo cerca de convertir con un cabezazo.

En el medio, Ponzio dejó atrás las brusquedades y fue inteligente para hacer los relevos. Además, trasladó la pelota con criterio para sacar a su equipo desde el fondo. A partir de la actuación de ayer, el volante central recuperó el idilio con la gente, al punto que acabó siendo uno de los más aplaudidos. No sólo por su coraje para ir a disputar cada pelota, sino también por aportar el juego que su equipo necesitaba en la mitad de la cancha.

No dudó nunca cuando tuvo que rechazar la pelota a cualquier parte y luchó con lealtad contra Gigliotti, algo que no resultó sencillo. La tarea de Pezzella reemplazando a Maidana también sacó un aprobado. Para el final queda la mención de Cavenaghi, que volvió a jugar un superclásico después de casi cinco meses de lesión: tuvo una sola oportunidad para marcar en la que demostró qué tan falto de fútbol está aún.

Del otro lado, Boca sostuvo su estructura en los marcadores centrales. Díaz aplicó toda su experiencia para controlar a Mora y tampoco demostró inconvenientes en los duelos particulares con Gutiérrez, pero el partido de fricción lo fue exasperando y terminó por perder sus nervios en tiempo de descuento, yéndose expulsado por una patada contra el colombiano. A su lado, Forlín mostró la velocidad habitual para llegar con aire a los cruces y también ganó en algunas incursiones en el área rival.

No pareció afectar a Gigliotti en lo anímico que le hubieran atajado el penal en el arranque. Exigió siempre a los centrales y generó varias opciones para convertir, pero no pudo aprovechar ninguna. Seguramente soñó toda la noche con ese cabezazo que cruzó el arco...

Ante la falta de respuestas de Gago, el más capacitado para la creación en el equipo visitante resultó ser Carrizo. El ex jugador de Central lanzó algunos tiros libres con acierto y buscó mucho a los delanteros también por abajo. Respondió a la confianza que le dispensaron con la titularidad. Un aparte merece lo de Gago, porque como en el partido de ida insistió en reclamarle mucho al árbitro olvidándose de aquello que sabe hacer mejor: hacer jugar a su equipo. Colazo fue otro de los que contribuyeron en el juego de los visitantes, aportando centros profundos desde la izquierda y cortando los impulsos del rival.