DEPORTES
› LA PREGUNTA QUE SE FORMULAN EN RIVER
¿Y ahora qué vamos a hacer?
Los doce puntos que le lleva Boca son indescontables, de manera que el objetivo es ganar la Sudamericana para que Pellegrini termine su contrato. El presidente Aguilar tiene un plan triple.
Por P. V.
Las cuentas no dan. No dan. A la mitad del torneo, River sumó 12 puntos, la mitad de los que juntó Boca. Quedan nueve fechas por disputarse, 27 puntos, y hay que descontar casi la mitad. Algunos sueñan, porque es lo único que todavía no está prohibido, pero más que sueños parecen delirios. Que Boca pierda los próximos tres partidos que le promete el fixture, ante Estudiantes, Newell’s e Independiente, y que el equipo de la banda derrote en sucesión a Gimnasia, Central y Vélez, ganando de paso en tres fechas lo mismo que ganó en las diez que pasaron. Nueve puntos descontados, tres de ventaja y el escenario ideal por delante: el superclásico en el Monumental... Pero suena a una construcción irreal, ante una realidad irreductible. River no gana, no luce, no cumple. Y Manuel Pellegrini es el primero en preguntarse qué hacer. Pero no el único.
Consignar que el domingo el entrenador chileno se fue del Monumental silbado por los hinchas es piadoso. Lo insultaron, se acordaron de su madre en el día clave, le tiraron botellazos, le mostraron, en definitiva, su desacuerdo con la gestión, desacuerdo siempre abonado por los malos –e inclusive regulares– resultados. El panorama es claro: Pellegrini tiene contrato hasta junio, pero casi nadie cree que la carta de intención se cumplirá. Si el entrenador no fue reemplazado a mitad de año, después de perder la Libertadores, fue porque no había Plan B, como señaló en su momento este diario.
En ese entonces, el presidente de River, José María Aguilar, respaldó al técnico, antes de asegurar que el club no tenía una política compradora, salvo algún retoque en defensa. A la semana estaban llegando Montenegro, Salas, Gallardo, Virviescas, Vivas, Tuzzio...
Los hinchas creen que lo que sucede con el equipo es una responsabilidad que atañe al entrenador antes que a los jugadores, y los dirigentes por ahora salvan la ropa. Es evidente que Pellegrini, más que el plantel, cree que es más factible ganar la Copa Sudamericana, afectada de liviandad pero torneo continental al fin, que pelear lo que parece un imposible, el Apertura que lidera Boca. Porque también es obvio que, si pierde esta Copa, no tendrá margen para sostenerse seis meses más en su cargo.
Especialmente, porque en febrero próximo arranca una nueva edición de la Libertadores, el torneo que más ansían los riverplatenses, por eso de la rivalidad con Boca y el viaje a Tokio para la Intercontinental. El trabajo de Pellegrini fue duramente criticado en una reunión de Comisión Directiva, la semana pasada, y si estos resultados se prolongan, nadie querría jugar la Copa con un técnico tan cuestionado al comando.
Los ecos de la derrota ante San Lorenzo le llegaron al presidente Aguilar a Doha, Qatar, donde participó de un congreso de la FIFA. Antes de salir de Buenos Aires, Aguilar ya guardaba en su poder un plan alternativo –el Plan B que no tenía a mediados de temporada– que incluye algunas variantes:
1La primera alternativa para reemplazar a Pellegrini que maneja el dirigente es la dupla Leonardo Astrada-Hernán Díaz. Son hombres de tradición riverplatense, consustanciados con su filosofía, que gozarían de amplio consenso en los hinchas. Díaz es, actualmente, colaborador de Pellegrini y del plantel. Astrada fue, hasta junio, jugador en actividad.
2La segunda alternativa es Reinaldo Merlo. El hombre que sacó campeón a Racing después de 35 años no dirige desde hace más de un año, y se sabe que hubo contactos –no tanto del club como de allegados al técnico– para sondear posibilidades sobre el regreso del ex ídolo de River a su viejo amor, esta vez como entrenador. Es curioso, de todas maneras, que se piense en Merlo y no en otro entrenador también desempleado desde hace tiempo, más afín a la línea tradicional de River que su amigo: Alfio Basile.
3 La tercera alternativa será desmentida a rabiar por el presidente Aguilar, porque representa la encarnación de un estilo que el dirigente sevanagloria de haber desterrado. Pero en los papeles está consignado el nombre de Ramón Angel Díaz.
Como sea, a Manuel Pellegrini le entró a correr el reloj. El partido del jueves, ante Libertad de Paraguay, por los cuartos de final de la Sudamericana, puede parecer accesible en lo previo, pero a River ya no le queda margen para ahorrar esfuerzo.
El entrenador habló ayer durante 20 minutos con los jugadores, y se detuvo especialmente con el arquero Franco Costanzo, al que volvería a sacar del equipo tras las equivocaciones que cometió en el clásico ante San Lorenzo, para darle otra chance a Germán Lux, que atajó ante Arsenal y Olimpo. Otro que está en duda para el jueves es el capitán Eduardo Coudet, el mismo que diez días atrás había anunciado el final de la crisis, sugiriendo una responsabilidad mayor de los jugadores en la situación.