DEPORTES › OPINION
› Por Osvaldo Arsenio *
El comienzo de los Juegos Panamericanos de Toronto nos muestra interesantes facetas, que van más allá del mero análisis de los rivales y resultados circunstanciales. Para ello es bueno recurrir a la memoria y a los hechos reales, cuyo sucedáneo, la estadística, puede a veces no ser tan confiable. Nuestro deporte enfrenta estos Juegos con una de las mejores preparaciones colectivas de la historia, sólo comparable a la de los primeros Juegos de Buenos Aires, en 1951, gracias al continuo apoyo de la Secretaría de Deporte y del Enard.
Más de 350 competencias preparatorias y 121 concentraciones aseguran a la delegación compuesta por 469 atletas un camino firme hacia la demostración de su máximo potencial.
El programa deportivo que cambió continuamente en las últimas seis ediciones por necesidades organizativas o simplemente de localía, no resulta favorable a nuestras aspiraciones. Borrada de un plumazo la paleta, de consagratoria actuación con 4 medallas doradas en Guadalajara 2011, y con cambios y supresión de pruebas en varias disciplinas, será difícil equiparar los 21 oros de 2011.
Sin embargo, Argentina estará presente en 35 de los 36 deportes, mostrando un desarrollo continuo en varias disciplinas que hace diez años casi ni competían internamente y se encontraban en vías de extinción. Esta participación en la mayoría de los deportes es la mayor de todas las delegaciones panamericanas que nos representaron en el exterior.
La cosecha final de medallas puede superar las 70 o quizá las 75, lo que también nos instalará entre las más exitosas delegaciones multideportivas en Juegos disputados fuera de nuestro país. A todo esto se agrega un plus mirando al futuro.
Para el 60 por ciento de nuestros seleccionados, éstos serán sus primeros Panamericanos y muchos de ellos provienen de los 202 Centros de Desarrollo abiertos desde 2004, lo que abre grandes expectativas de continuo recambio e instala fuertemente nuestro enorme desafío, el de los Juegos Olímpicos de la Juventud de Buenos Aires 2018. Una vez más la continua presencia del Estado a través de sus áreas específicas nos muestra ya sea el crecimiento cualitativo o cuantitativo de la actividad deportiva, cuya importancia integradora va mucho más allá de los resultados, tal como ocurre con todos los hechos culturales con rango de derecho humano, como lo es el deporte.
* Director nacional de Deportes.
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