La tarde de la Bombonera fue redonda, perfecta, insuperable. Ganó Boca 2 a 1 a Quilmes, se afirmó como único puntero del campeonato, Carlos Tevez jugó el primer partido de su segundo tiempo como crack e ídolo boquense y además, Jonathan Calleri anotó, de rabona, un gol imborrable. A los 8 minutos de la segunda etapa, quiso habilitarlo a Tevez, la pelota dio en el cruce de Uglessich y en un derroche de sofisticación futbolera, cruzó el pie derecho por detrás del izquierdo y alojó su tiro bombeado por encima del adelantamiento de Walter Benítez, el arquero quilmeño. Un golazo que durará toda la vida.

Boca insinuó más fútbol del que realmente concretó. Le costó engranar su juego (el gol de Sebastián Palacios fue la primera llegada, recién a los 26 minutos del primer tiempo), tuvo algunos problemas para recuperar la pelota (acaso por la composición ofensiva de su media cancha, en la que Cristian Erbes a veces no parece dar abasto al lado de Pablo Pérez y Fernando Gago) y su defensa no dio garantías de solidez total (sobre todo cuando Quilmes le cruzó el área con algunos pelotazos desde los costados). Pero en el segundo tiempo, luego del impacto emotivo que significó el golazo de Calleri, el equipo de Rodolfo Arruabarrena dio una muestra gratis de todo el fútbol que puede llegar a desplegar cuando Tevez termine de ensamblarse. Carlitos resolvió bien todas las pelotas que pasaron por su pies, hasta con algunos detalles de buen gusto en ciertas aperturas a las puntas para la trepada de los laterales Peruzzi y Monzón y en algunos tacos más necesarios que lujosos.

Le faltó su gol a Tevez. Y cerca estuvo de lograrlo. En los primeros cinco minutos del segundo tiempo, el arquero Benítez le sacó un tiro por arriba del travesaño y casi inmediatamente, un derechazo suyo estalló en el horizontal cervecero. Después, sus compañeros hicieron todo lo posible para que ese gol llegara. Pero siempre alguna pierna se cruzó en su camino o el disparo se marchó afuera por poco. Será determinante Tevez, sin dudas. Será cuestión de tiempo para que así sea.

Una chilena de “Cata” Díaz que pegó en el horizontal y una vigorosa entrada de Calleri luego de que Tévez le arrastrara todas las marcas fueron las otras situaciones que tuvo Boca para ampliar la diferencia. El Quilmes de Falcioni peleó siempre, no se entregó nunca y dio un susto grande con el descuento de Canelo, seis minutos después del golazo infernal de Calleri. Jugó y peleó con dignidad y coraje. Atributos que jerarquizan más aún el triunfo de Boca en una tarde de Bombonera llena que costará dejar del lado de afuera de la historia.