DEPORTES › A PROPóSITO DE LOS ESCáNDALOS EN EL FúTBOL Y EN EL ATLETISMO
En su informe anual sobre gobernanza en el deporte, la organización danesa Play the Game apuntó a actuaciones dudosas de los presidentes de distintas federaciones. Los casos de la FIFA y la IAAF podrían alcanzar también a otras federaciones.
La salida a la luz de prácticas dudosas de la FIFA y de la IAAF podría tener un efecto dominó, provocando la caída de otras instituciones deportivas y su puesta al día con la legislación elemental del derecho internacional. Nadie duda de que los escándalos develados en los últimos meses en el seno de las dos máximas organizaciones de dos de los deportes tan populares del planeta representan sólo la parte visible de un gigantesco iceberg de malversaciones, abusos, mala gestión y negligencias.
En su informe anual sobre gobernanza en el deporte, publicado en octubre, la organización danesa Play the Game apuntó a actuaciones dudosas de los presidentes de las federaciones internacionales de vóleibol, handball, halterofilia y denunciaba mala gestión en la casi totalidad de organizaciones deportivas internacionales. El investigador Arnout Geeraert estableció en ese documento una clasificación de 35 federaciones olímpicas en materia de democracia, transparencia y gobernanza.
El resultado de la FIFA, segunda tras la Federación Ecuestre Internacional, no debe llevar al engaño: “La FIFA ha realizado progresos importantes en los últimos años, pero queda lejos de lo que podría esperarse de una institución de esta magnitud y de esta potencia financiera”, explicó Geeraert.
Ausencia de límite de mandatos, de comisión de ética, de transparencia en las remuneraciones y en los gastos, inexistencia de informes financieros y de auditorías de gestión... El informe es “deprimente”, según su autor.
Y sus conclusiones hacen pensar que los grandes escándalos que han afectado a la FIFA y a la IAAF no son más que los primeros de un largo culebrón. “El deporte conoció un primer Bing Bang con la Ley Bosman”, asegura el economista del deporte Vincent Chaudel. “Se podría vivir otro con el Fifagate.” Según este vicepresidente del think tank Deporte y Ciudadanía “la organización del deporte está sin duda en el final de un modelo”. “Nuestra sociedad es la de la ultracomunicación y reclama más transparencia. Hay un desfase entre esa exigencia y los usos y costumbres” de las federaciones deportivas, añadió.
Creadas inmediatamente después del Comité Olímpico Internacional (COI) bajo el principio de su independencia de las esferas económicas y políticas, las federaciones deportivas dictan y aplican sus propias reglas. Una situación ahora insostenible.
Especialista en cuestiones éticas, el ex jefe de la Autoridad francesa de Regulación de los Juegos en Línea (Arjel) Jean-François Vilotte considera indispensable “que el movimiento deportivo acepte poner en marcha reformas con estructuras independientes de control”.
En su ausencia, los Estados, soberanos de actuar cuando las prácticas punibles se cometan en su territorio, tienen un papel fundamental a jugar. Así lo ha demostrado Suiza, que alberga la gran mayoría de federaciones internacionales, entre ellas la FIFA, cuyas autoridades judiciales, apoyadas por Estados Unidos, iniciaron la investigación contra el máximo órgano futbolístico. “Hace 10 años, Suiza habría considerado inconcebible haber detenido a dirigentes deportivos”, apunta Vilotte, que destaca que las autoridades helvéticas “son cada vez más enérgicas” en la materia.
Entre diciembre de 2014 y junio de 2015, los parlamentarios suizos, bajo presión estadounidense, crearon los delitos de blanqueo de dinero y de corrupción para los dirigentes deportivos, que no existían hasta esa fecha, abriendo así la vía a finalizar con la impunidad que gozaban los dirigentes deportivos mundiales.
El COI, que sufrió esta plaga en su momento, se muestra ahora intratable en cuestiones éticas y podría acelerar las reformas en sus federaciones afiliadas. “Los medios van a interesarse ahora en otras federaciones”, advierte Patrick Nally, experto en marketing deportivo. “Esto significa que las federaciones van a volverse más transparentes y que el COI va a ayudarlas y animarlas a cumplir los criterios básicos que se espera de organizaciones internacionales.”
Pero el tiempo apremia, ya que debe evitarse la desafección popular, comprobada en el voto negativo en Boston o Hamburgo para aspirar a unos Juegos, o la decreciente implicación de los poderes públicos en el deporte. “Cuanto más tarde el movimiento deportivo en dar muestras de transparencia, mayor será la tentación de los Estados de actuar en el plano penal”, asegura Vilotte.
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