Es cierto que un Superclásico de amistoso tiene poco y nada. Es un partido que se juega con intensidad y con las pulsaciones a mil. Tanto como que Boca no escarmentó con las expulsiones en lo que va del verano. Sufrió ayer tres expulsiones: Silva, Peruzzi y Díaz, que se suman a las dos, Magallán y Rolín, que había sufrido el miércoles frente a Racing.

Arruabarrena intentó ser claro con los jugadores tras el 4-2 con los de Avellaneda. Cuando les recriminó a sus futbolistas las fallas defensivas y, sobre todo, las expulsiones de Magallán y Rolín. “Hay errores que no debemos cometer”, remarcó el Vasco.

No pareció escuchar la recomendación el flamante refuerzo Silva, quien anoche vio la roja a los 10 minutos por un planchazo innecesario sobre Mercado, que debió dejar el campo de juego por el golpe. La expulsión desvirtuó el planteo de Boca, por supuesto. Tanto como había ocurrido en octubre en Córdoba, cuando Monzón vio la roja a los 28 minutos por una entrada violenta sobre el uruguayo Mora.

De esos errores hablaba Arruabarrena. Sus jugadores parecieron no escucharlo. Antes de finalizar la primera parte, el árbitro debió expulsar también al chico Cubas –que ya estaba amonestado– por una entrada violenta sobre Lucho González que era para roja.

Pero no estaba dicha la última palabra. En la segunda parte, Loustau les mostró la roja a Peruzzi –en este caso se apuró el árbitro, la falta era para amarilla– y luego también al Cata Díaz. Así Boca terminó la noche en Mar del Plata con ocho jugadores en el campo de juego y una gran sensación de impotencia. A Boca le ganaron los nervios, pero a River también. Sólo eso puede explicar la reacción de Maidana, que vio la roja antes de iniciar el tumulto que protagonizaron los futbolistas y que, por suerte, no pasó a mayores.