DEPORTES › TECNICOS Y JUGADORES OBLIGADOS A RENDIR COMO EN PLENO CAMPEONATO
› Por Miguel Hein y
Leonel Lenga
A mediados de enero, Marcelo Gallardo le dio sustancia a una postura que disparó una polémica. “Desde que era jugador, estos partidos de verano me joden. Y ahora como técnico me joden más. Me gustaría tener tiempo de trabajo normal, poder desarrollar una idea de juego para todo el semestre”. El técnico de River sinceró su pensamiento como también lo hizo Nelson Vivas, técnico de Estudiantes. Según sus palabras, “los resultados de los partidos de verano inciden en la tranquilidad del plantel y son muy importantes para sacar conclusiones”.
A la luz de lo visto en este verano futbolístico que hoy clausuran Estudiantes y Gimnasia, estas reflexiones llevan a la necesidad de abrir el debate acerca del valor de estos tradicionales torneos en la costa y en la montaña.
Por ejemplo, disparan decisiones que da la impresión que los entrenadores no tenían en carpeta. A saber, ¿hubiera salido Daniel Angelici a repatriar con urgencia a Juan Insaurralde si el uruguayo Alexis Rolín y Lisandro Magallán no hubieran cometido los errores groseros que mostraron frente a Racing y Estudiantes? ¿El juvenil Christian Moreno, que realizó la pretemporada con la reserva xeneize, hubiera debutado anoche en Mendoza?
Lo mismo puede verse en la vereda de enfrente. Es el caso de Ignacio Fernández en River. ¿Cuántos entrenamientos hubieran necesitado Gallardo para dimensionar la calidad de las respuestas que el volante ex Gimnasia le puede entregar? Si el equipo de Núñez no hubiera ganado el primer Superclásico, ¿Gallardo se hubiera animado a la prueba de laboratorio que significó poner anoche a Leonardo Ponzio como primer marcador central?
Evidentemente los torneos de verano tal cual fueron programados hasta ahora presentan aspectos ambiguos, que también advierten los espectadores ante espectáculos que les son propuestos como imperdibles, pero no son siempre están a la altura.
Por lo tanto sería deseable pergeñar programas que tomen en consideración las necesidades y preferencias de los técnicos, para acordar el momento propicio para que sus dirigidos salgan a la cancha; de los jugadores, que vienen realizando trabajos de fondo muy exigentes y serán evaluados como si así no lo fuera; y de los dirigentes, para que puedan diagramar y tomar decisiones más allá de las necesidades de la tesorería de los clubes.
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