San Lorenzo congregó una multitud en su estadio. No tanto por los pergaminos del rival de ayer, Sarmiento, sino por lo logrado el miércoles pasado ante Boca, en el estadio Mario Alberto Kempes. Los hinchas concurrieron para agradecer a los jugadores el título de supercampeón argentino, obtenido con la goleada 4-0 ante los dirigidos por Rodolfo Arruabarrena, un reconocimiento que tuvo como marco un emotivo y agónico triunfo 2-1 ante el conjunto de Junín.

Ese clima de fiesta pareció hacer mella en el andar del equipo de Boedo, sobre todo en los primeros quince minutos, en los cuales los hombres de Marcelo Lippi aprovecharon todas las ventajas dadas por el conjunto de Pablo Guede, fundamentalmente los espacios que suelen aparecer a las espaldas de los marcadores centrales. El primer dividendo lo recogieron a los 6 minutos y les sirvió para adelantarse en el marcador, mediante un remate de Busse que se desvió en un hombre azulgrana y descolocó a Torrico.

Con el 1-0 en contra, San Lorenzo vivió unos minutos de confusión, pero después de los veinte tomó definitivamente el control del partido y empezó a generar situaciones de gol. Sin embargo, en ninguna tuvo la contundencia que le sobró ante Boca. En una de las más claras remató Barrientos, tras un buen desborde por derecha, a los 27 minutos. Luego, a los 34, Cauteruccio no pudo controlar la pelota cuando quedaba mano a mano con Trípodi.

En el arranque del complemento, la cancha de transformó en un plano inclinado hacia el arco de Sarmiento, que optó por retrasarse y esperar la oportunidad de algún contragolpe. Y esa chance le llegó a los 56 minutos, cuando Torrico salvó ante Alvarez. No se asustó el local y desde el banco, Guede decidió tomar más riesgos para ir en busca de la igualdad. Reemplazó al lesionado Angeleri con un hombre de características netamente ofensivas como Blanco. Obviamente, el trabajo de la última línea quedó resentido, aunque se sumaron variantes en ataque. Claro que la voluntad de ataque no bastaba. Sobraba vértigo y faltaba creatividad. Hasta que se iluminó Ortigoza, filtró una pelota al área para Romagnoli, quien cayó aparentemente pisado por el hombre que lo marcaba. Delfino vio penal. Lo ejecutó Ortigoza, que no perdonó y marcó el 1-1.

La igualdad entonó a San Lorenzo, que se transformó en una tromba, más todavía cuando el visitante se quedó con diez por la expulsión de Ferracuti. Desbordó a Sarmiento por todos lados, y con el tiro del final de Barrientos sumó su primer triunfo en el campeonato.